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Programa para levantar el ánimo el que propone esta semana la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, dirigida por una batuta experta. Wayne Marshall (Manchester, 1961) vuelve a Valladolid para hacer bailar a los abonados a ritmo de Bernstein, Gershwin y Bolcom. ... Las canciones contarán con la voz de Allison Cook, mezzosoprano escocesa.
Marshall nunca se encontró con Leonard Bernstein pero se ha convertido en uno de los especialistas, aunque no le guste el concepto. Organista y pianista, en 2017 hizo su concierto de piano con la OSCyL en un programa «en el que la orquesta funcionaba como una formación de cámara». En esta ocasión, refuerza su condición sinfónica con 83 profesores para un repertorio estrenado como musical en teatro y trasladado al cine después. Buena parte de las obras son nuevas para la OSCyL y las canciones de Bolcom, que sí que las ha hecho, lo son para Marshall.
«Me gusta este repertorio, es una música de un gran ritmo que demanda entrega física por parte de la orquesta y esta está preparada para ello. Es estimulante descubrir obras nuevas y 'Fancy Free' es un musical que no he dirigido mucho. Estaba previsto que lo hiciera con mi orquesta en Colonia pero tuvo que ser cancelado. Quizá podamos cerrar esta temporada con esta obra. Estamos necesitados de ritmo».
'Fancy Free' (1943), traducido como 'Un permiso fantástico', el primer proyecto teatral de Bernstein, recorre los ritmos y bailes del momento para contar la historia de una noche libre de tres marineros en la II Guerra Mundial. Stanley Donen la llevó a la pantalla grande.
Canciones de cabaret
William Bolcom tomó el testigo de los dos judíos que pusieron Broadway a sus pies combinando la música de ambos lados del Telón de Acero durante la Guerra Fría en sus canciones de cabaret. La OSCyLlas hizo en 2015 con la soprano canadiense Measha Brueggergosmann, precisamente la cantante programada para esta semana pero que las restricciones de la pandemia ha obligado a cambiar.
Marshall enfundó la batuta en el confinamiento y dio rienda suelta a sus dedos sobre el piano y el órgano. «Retomé el teclado, hice muchos conciertos 'on-line'. Iba de mi casa a la catedral para tocar», explica quien vive en Malta y lamenta que la isla carezca de un auditorio digno. «También hice varias grabaciones. Investigué las posibilidades de la web cam, me preocupé por cosas como la luz. No sabía nada y he aprendido mucho. Para todo el mundo ha sido un tiempo excepcional, nos ha enseñado cosas sobre nosotros mismos. Hemos sabido adaptarnos, asumirlo y afrontar la situación. Han bajado los ingresos pero hemos ganado otras cosas. En mi caso, tiempo con mis hijos», dice lamentando no saber español aunque aprende palabras con sus niños que lo estudian en el cole.
«Cuando se desató la pandemia, la cultura se quedó atrás como siempre, pero luego los políticos tuvieron que reconocer que la cultura, la música, es parte de la vida y esencial para nuestra felicidad. Un mundo en silencio es un mundo muerto».
Comenzó tocando el órgano en la iglesia donde le llevaban sus padres y siempre le ha acompañado. Allá donde va se interesa por estos instrumentos tan grandes como fascinantes. «En España solo he tocado en Madrid y en San Sebastián, en la Iglesia de Santa María que tiene un órgano fantástico. Este domingo iré a conocer el órgano de la Catedral de Salamanca, tocaré después de la misa». Sabe de las peculiaridades del órgano barroco nacional, le interesan todos. La OSCyL termina la temporada la última semana de junio y ha añadido un concierto extraordinario participativo el 1 y 2 de julio.
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