El violín heavy de Thomas Potiron

«Este es el espectáculo que sueño desde pequeño, cuando quería ser una estrella del rock», dice Thomas Potiron, que comenzó a estudiar violín a los cuatro años. «Mi segundo instrumento fue la batería y ahora con el violín eléctrico, que demuestra que no tiene limitaciones, puedo acercarme a ese sueño», cuenta quien convierte las cuatro cuerdas en la voz de los rockeros a los que admira. Viene acompañado de una banda «de musicazos: Miguel Rodrigáñez al bajo eléctrico, Carlos Álvarez, a la guitarra eléctrica, y Pedro Corral, a la batería».

Nacido en Nantes en 1981, conquistó pronto varios premios en los concursos de violín clásico. Se presentó a una audición de la Orquesta Sinfónica de Madrid (la del Teatro Real) y se impuso a los doscientos candidatos venidos de todo el mundo.

«Con veintipocos años tenía silla en el foso de la ópera de Madrid. Me encanta la ópera, es el espectáculo total, pero pronto me di cuenta de que yo era demasiado inquieto para quedarme allí. Necesitaba expresarme personalmente, y hacerlo de pie y saltando». Formó parte del primer 'Pagagnini', de Ara Malikian, hace quince años, y con la troupe del armenio-libanés ha seguido girando. «Ahora nos lo tomamos más tranquilos. Antes mi naturaleza me permitía actuar y moverme sin más, ahora me tengo que cuidar. Voy a correr y hago ejercicio porque si no, no se aguanta. Como los rockeros veteranos, todos se cuidan».

De Mercé a Extremoduro

Desde joven le fascinó la música de los cíngaros, la de los Balcanes, la del Este. «A los 16 tuve mi propio grupo. Luego viviendo ya en Madrid se empezó a rumorear que yo sabía tocar flamenco. Y me llamaron para una sustitución en el Ballet Nacional de España. Siempre he sido superinquieto, en la música y en la vida. Yo no sabía nada de flamenco, pero me dije si no acepto el reto no aprenderé. Y lo acepté»,así comenzó otra vía de expresión con la que no contaba. Ahora graba con José Mercé o Estrella Morente y compatibiliza los palos del cante hondo con las colaboraciones rockeras con Coque Malla o Extremoduro.

«El flamenco es una música difícil porque tiene muchos códigos, porque no se escribe, como la de los gitanos del este. Pero yo estaba acostumbrado a estar con ellos, y cuando ven tu interés es gente muy generosa, dispuesta a enseñar. Así pasa con los flamencos. Es cuestión de predisposición y ganas». Potiron ha ido experimentando y ampliando las posibilidades de su violín. «Utilizo también un 'loop station' que me permite tocar y grabar, luego logro el efecto sonoro casi orquestal».

'Violín on the Rock' llega este viernes a la Sala Porta Caeli, a partir de las 22:00 h. Las entradas cuestan 12 euros.