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Las canciones de Víctor Manuel son parte de la historia de España, pero también un momento vital y generacional que no entiende de décadas. En su versión sinfónica, además, suponen un pequeño giro donde lo aparentemente conocido se plantea de forma sorpresiva y diferente, separándose ... expresamente de un concierto tradicional para plantar nuevos recuerdos que se confundan con nuestras memorias de años pasados. El artista visita Valladolid este sábado con un concierto flanqueado por la Joven Orquesta y el Coro de la UVA, que tendrá lugar en el Centro Cultural Miguel Delibes.
«No estoy tan lejos de un chaval de veinte años que se acaba de enamorar como yo me enamoré en su día», asevera el cantante. «Cada generación tiene su música pero siempre cabe la posibilidad de que me encuentre a mí por el camino». Víctor Manuel asume que el mundo ha cambiado desde sus años de mayor éxito, rotundo e indiscutible, «sobre todo en la manera de consumir música, en la caída del CD o en cualquier otra forma que no sea el streaming inmaterial». Con todo, lejos de sentirse mayor, apela con frecuencia a la figura del niño: «Este año para mí es una especie de juguete que me regalo, con el esfuerzo doble que requiere tocar con una orquesta sinfónica: es una tensión con la que busco probarme a mí mismo y demostrarme que sigo vivo».
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Naturalmente, el formato sinfónico marida bastante mejor con grandes éxitos como 'Solo pienso en ti', 'El abuelo Vitor' o 'Soy un corazón tendido al sol', entre otras archicoreadas melodías, que si se hubiese sometido al afrobeat nigeriano o al hiphop estadounidense: «Naturalmente, me muevo en mis márgenes», admite Víctor Manuel. «Estoy en algo que ya conozco y no se me ocurriría nunca pasar mis canciones por otro filtro donde no creo que peguen». Esta postura es coherente, juzga, con todo lo que ha sido a lo largo de su trayectoria musical previa: «Nunca he intentado estar a la moda que había en cada momento, como parte del paisaje», sostiene.
Por ello, considera que es parte del éxito que propicia que «una parte de la música es muy transversal», en sus palabras. «Varias de las canciones que hago afectan a gente de distintas generaciones, y eso hace que el publico de mis conciertos haya bajado la media de edad», señala. «Gente joven que te encuentra y te sigue pidiendo 'La puerta de Alcalá' o 'Contamíname'».
A la hora de tratar de definir el 'sello Víctor Manuel', el artista identifica sus propias señas de identidad en una serie de miradas hacia «cosas que otra gente no ha visto». La minería era, Antonio Molina aparte ,«tema marginal» en el ámbito melódico hasta la llegada de 'El abuelo Vítor'. Discapacidad, homosexualidad...«Son temas que luego se han tratado más aunque no los abordé pensando en adelantarme, sino porque cada compositor contempla ciertas cosas y siente que le importan más»- Súmense los temas a su reconocible forma de cantar, y ya tenemos la receta Víctor Manuel.
Pero no ejerce el artista un activismo militante, al menos de forma consciente, «Nunca pienso en que tenga que sacar uno u otro tema; a veces en cada trabajo entra la realidad con mucha fuerza, y a veces con menos», apunta. Son circunstancias donde también depende el carácter o el temperamento, pero donde juega un papel fundamental el momento vital y mundial que se está desarrollando en ese instante: «Hoy vivimos un estado muy especial: guerras en Oriente, situaciones de barbarismo extremo... Todo lo que ocurre es odioso». Uno de sus últimos temas es 'Diario de un robot', «en el que un hombre mecánicamente dispara en situaciones como Gaza, con los ojos cerrados», lamenta.
Más allá de la guerra, el artista también expresa su preocupación por «el ruido ambiental y político que tenemos: arbitrario, escandaloso y extemporáneo», denuncia. «Este país no se disuelve ni se deshace ni se rompe ni se parte; intentamos ir a un lugar, y ya veremos dónde vamos». En medio de «un estado febril donde solo funciona el 'y tú más'», el cantante considera que «haría falta que se entendieran las fuerzas mayoritarias de España, que encuentren dónde podemos entendernos», y clama que «mientras todos queremos un país mejor pero nadie sabe cómo hacerlo», tiene claro que hay que ser valiente y atreverse a dar pasos: «El agua estancada no fluye, y hay que obedecer a las demandas sociales para avanzar, o no habríamos ganado en derechos como el divorcio o el aborto».
Este discurso le devuelve a Víctor Manuel al tema generacional, y le enfrenta a otros artistas coetáneos que enarbolan la nostalgia como parte central de un discurso que reivindica el pasado también desde ciertos tintes políticos: «Tengo una voluntad clara de huir de cualquier tipo de melancolía, no es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor; y yo pretendo seguir trabajando continuamente para hacer canciones que hablen del ahora, de este instante, del amor y de las relaciones sociales», concluye. «Aspiro a que la vida y la realidad se me metan en las canciones».
Este discurso le devuelve a Víctor Manuel al tema generacional, y le enfrenta a otros artistas coetáneos que enarbolan la nostalgia como parte central de un discurso que reivindica el pasado también desde ciertos tintes políticos: «Tengo una voluntad clara de huir de cualquier tipo de melancolía, no es cierto que cualquier tiempo pasado fuera mejor; y yo pretendo seguir trabajando continuamente para hacer canciones que hablen del ahora, de este instante, del amor y de las relaciones sociales», concluye. «Aspiro a que la vida y la realidad se me metan en las canciones».
Tras su acto de Valladolid, Víctor Manuel recala en Burgos. El Fórum Evolución acoge este domingo 9 la nueva parada de este concierto sinfónico, para el que aún quedan las últimas entradas disponibles.
En este concierto acompañado por la Joven Orquesta y el Coro de la Universidad de Valladolid, el maestro Joan Albert Amargós, compositor barcelonés nominado a los premios Grammy y que ya ha colaborado en versiones sinfónicas de conciertos de Joan Manuel Serrat, así como junto a artistas de la talla de Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Estrella Morente o Tomatito, entre muchos otros.
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