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Víctor Manuel, durante su concierto en Valladolid.

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Víctor Manuel, durante su concierto en Valladolid. Iván Tomé

Viaje de ida y vuelta a Asturias

Víctor Manuel desarrolla un concierto sinfónico en el Delibes acompañado por el coro y la joven orquesta de la Universidad de Valladolid

Samuel Regueira

Valladolid

Sábado, 8 de junio 2024, 22:34

Se palpaban las ganas de Víctor Manuel que tenía el público de Valladolid. Más allá de las entradas completamente agotadas para el concierto sinfónico que el cantante celebró este sábado en el Centro Cultural Miguel Delibes, la expectación podía sentirse en el ambiente. El nerviosismo en las gradas llenas, los aplausos tímidos e inquietos mientras el Coro de la Universidad de Valladolid ocupaba su espacio y los instrumentos de la Joven Orquesta afinaban ante la llegada del director, Joan Albert Amargós... y, al fin, la aparición de Víctor Manuel, que supuso un suspiro colectivo de alivio, como si las expectativas fuesen tan insoportables que solo una decepción pudiera hacer tolerable tanta ilusión contenida.

Apenas unas sílabas de 'Asturias', el poema de Pedro Garfias popularizado melódicamente por el artista, arrancaron un estruendoso aplauso, que ya marcó que la exigente audiencia de Valladolid no concebía la posibilidad de que el músico decepcionara ni un ápice sus ya robustas confianzas. La fuerza vocal de Víctor Manuel hubo de competir ya en este primer tema con la eficacia del coro, que supo encontrar un equilibrio perfecto para ostentar su propia destreza comunal con las habilidades del cantautor de Mieres.

Víctor Manuel prometió un concierto largo en el que se intercalarían populares asturianos con temas de su propio repertorio. 'Ayer vite na fonte , 'Axuntando y atropando' o 'Paxariños' empaparon al Delibes de «asturianu» animado, que el artista pronto templó bajando un poco el ritmo con 'Duerme neñín', compuesta para su hijo hace ya más de cuarenta años. La quietud en esta pieza, apenas rota por el tempo marcado por Amargós y el rasgar de los arcos sobre las cuerdas de los instrumentos de viento de la Joven Orquesta, fue total. Nadie se atrevía a parpadear siquiera. Es más, los juegos de iluminación propiciaron que los pares de luces sobre los atriles se asemejaran a unos ojos que se resistían a dormir, como el niño que trata de permanecer despierto para no perderse ni una palabra de la nana.

'Eran dos niños' y 'Pastor que tas en el monte' compusieron el bloque campestre que daría paso a piezas más propias, como la desgarradora 'La madre' y la muy esperada 'El abuelo Vítor', ante la cual hasta la joven orquesta parecía querer tocar a menor volumen, como temerosa de ocupar más espacio del debido ante uno de los temas más reconocibles de Víctor Manuel. La rendición del público, a estas alturas del concierto, era ya incondicional, y se dejó conducir con gusto hasta la animada 'Danza de San Juan', que marcó el ecuador del concierto.

Política y emoción

Asturias reapareció al comienzo de la segunda mitad con 'Allá arriba al norte', en un trayecto que continuó 'Por el camino de Mieres', en la que se pudieron lucir las agrupaciones musicales de la Universidad de Valladolid. La faceta más política de Víctor Manuel salió a la luz, arropada por el coro, en 'He cortado estas flores', otra de las más aplaudidas del espectáculo.

'Canción pequeña' se hizo grande, en un bloque donde la emotividad se hizo presente a través de 'Tu boca, una nube blanca'. Pero Víctor Manuel se resistía a abandonar su lado más político, a un día de las elecciones europeas: «Somos mejores cuando estamos unidos que cuando estamos separados», prologó antes de 'Digo España'. Los elogios del público se demostraron especialmente alineados con esta idea de (deseo de) unidad, que se diría premiaron más el mensaje de la canción que su desempeño melódico.

'La sirena' ostentó el título al empleo más inteligente del coro, con especial prevalencia de las voces femeninas, en una astuta fusión de fondo y forma que benefició al tema incluso comparado con su versión de estudio.

La delicadeza de '¿Cómo voy a olvidarme?' chocó con la explosión de 'El cuélebre', que marcó el tramo final de grandes temas para cerrar el concierto por todo lo alto. 'Solo pienso en ti' triunfó, predeciblemente, con el público musitando de manera audible su inolvidable estribillo, un acompañamiento que incorporó palmas y decibelios en 'Soy un corazón tendido al sol'.

'Ay amor' fue la carrerilla necesaria para encarar los bises. Víctor Manuel pareció querer concluir donde había empezado, de nuevo en 'Asturias', pero regaló al Delibes un último bis donde más alto había llegado, en 'El cuélebre', para terminar con la temperatura y el entusiasmo por todo lo alto.

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