![Thierry Fischer: «Los directores somos como el vino, mejoramos con el tiempo»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202206/29/media/cortadas/thierry2-kLyG-U170579951332LPD-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Flautista antes que director, Thierry Fischer (Zambia, 1957) será el primer maestro titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) que tiene una carrera como instrumentista previa. El quinto titular del podio del Miguel Delibes atesora una larga experiencia en tres continentes, Europa, ... América y Asia, y representa el perfil opuesto a sus antecesores, Bringuier y Gourlay, que se estrenaron en Valladolid. Si hay una palabra que repite este suizo es natural. La naturaleza es su fuente de silencio e inspiración.
–En esta casa siempre ha habido un proceso de prueba de años ¿en su caso dos programas y surgió el flechazo?
–Por mi parte, sí. Nunca pensé que en Valladolid había una orquesta con tan buenos músicos, un grupo de gente tan positiva y comprometida, abierto a ideas poco convencionales y logrando un nivel tan alto en tan poco tiempo. Les di dos pinceladas del sonido romántico que quería en el primer programa francés que dirigí y tenía la sensación de que al momento estaban zambullidos en esas ideas. La segunda vez, cuando dirigí la 'Sinfonía nº2', de Rachmaninov, en el primer ensayo Jesús Herrera (el gerente) me dijo, 'apenas mueves el brazo y te siguen'. Esa es la clave en la relación de un líder y un grupo, a veces se da, otras no. Así que por mi parte, sí, es atractivo lo que oí y parece que a los músicos también les gustó.
–¿Es su primer trabajo en España, cuál es su atractivo?
–Sí, nunca tuve trabajo en España. Lo más importante es que mi experiencia como director sirva junto a las citadas virtudes de la orquesta, a una ambición sana, un plan estratégico y en una maravillosa sala. Jesús y yo hablamos mucho sobre qué puedo hacer aquí, qué es lo mejor para la organización con un director como yo. Todo se alinea de una manera orgánica, natural no solo en el escenario, sino en el trabajo de cómo la orquesta puede ser embajadora de la región y reflejar la excelencia, eso me motiva.
–Viene de Sao Paulo, un proyecto muy grande con coro, programa educacional, social ¿se plantea algo así aquí?
–Cuando tienes a tu cargo una organización artística no puedes atender solo al rol en el escenario. Tengo que crear puentes con las organizaciones locales y con otras. Creo que es parte de mi responsabilidad como líder.
–¿Le interesa mantener los encargos de nuevas obras con otras orquestas como Gourlay?
–Una orquesta no debe llegar a ser un museo. En un museo tienes el arte ahí, sabes que puedes ir y venir para apreciarlo, sorprenderte, si no te gusta, te vas. Es algo estático. Pero una orquesta debe estar viva, representar nuestro presente, la personalidad del mundo de hoy. Si miramos la lista de grandes compositores, todos se anticiparon en términos sociales a lo que vino. Encargar de vez en cuando obras a compositores españoles o a alguno internacional está entre nuestros intereses.
–¿Qué relación mantendrá con los directores asociados, Elim Chan y Vasily Petrenko?
–Estoy deseando que nos juntemos. Conozco sus carreras bien diferentes, pero no personalmente. La unión de dos trayectorias artísticas tan distintas será bueno. Elim es muy joven, talentosa y carismática. Vasily, maduro con una amplia experiencia al más alto nivel. No creo que en el monopolio de las ideas, pueden venir de diferentes sitios.
–Dirigirá seis programas la próxima temporada que inicia con Haydn, un estreno de Fazil Say para luego pasar al sinfonismo del XIX.
–Hablando con Jesús sobre qué podíamos hacer estuvimos de acuerdo con la idea de que debía trabajar con la Orquesta en el más amplio rango de repertorio para sentir cómo es en cada estilo y para que ellos me conozcan a mí en mis obsesiones. El comienzo es simbólico, Haydn, seguido del gran sinfonismo. La obra de Fazil Say me la mostró Jesús y los dos somos muy de señales. Me pareció simbólico y bonito comenzar con este concierto para chelo titulado 'Never give up' (Nunca abandones). Es un mensaje de esperanza.
–Su 'revelación' fue Harnoncourt, especialista en la música históricamente informada. ¿Cuándo se podrá escuchar barroco en el Delibes? Hay abonados que lamentan que no suene Bach desde hace años.
–Harnoncourt fue mi padre musical. Tuve la suerte de tocar muchos años con los mejores, con Abbado, con Maazel, pero estoy moldeado por Harnoncourt. Iba a su casa, nos entendíamos muy bien, esa mentoría me marcó. No solo era especialista en música antigua sino que entendía muy bien la SegundaEscuela de Viena, sobre todo Berg y Webern. Estoy marcado felizmente por él, me cambió la vida. Por eso también comenzamos con Haydn. Me gustan los contrastes, creo que una orquesta que puede tocar en ese estilo y con esa visión está preparada para acercarse a otro sonido radicalmente distinto. Es como el ballet, puedes hacer muchas innovaciones pero si quieres respetarlo hay que volver a los pasos primigenios, a la base. Cuando tocas Haydn, Händel, Mozart, vuelves a la base.
–¿Están en sus planes grabaciones y giras?
–Sí, es una manera de mostrar el potencial de la orquesta. Sería un error garrafal que solo lo conociéramos nosotros. Girar y grabar son actividades esenciales para desarrollarnos artísticamente, además de servir al cometido de embajadora de la región. El progreso pasa por viajar, toda la organización se ve envuelta en una actividad que la saca del día a día. Es bueno mostrarnos a otros públicos y ser comparado. Resulta una manera natural de sacar lo mejor del colectivo. En unos meses lo anunciaremos.
–Será el primer titular de la OSCyL que ha sido músico de orquesta. ¿Qué aporta esa experiencia en el podio?
–A veces entre directores bromeamos por tener la suerte del vino, que mejora con el tiempo. La experiencia lo es todo para un director. Cuando comencé estaba igual de motivado que hoy pero no sabía transmitirlo. Tenía entusiasmo pero no siempre lograba comunicarlo. El liderazgo es asegurarte de que haces tu rol, pensando artísticamente para que las cosas sucedan y eso te lo da la experiencia, aprendes recursos para provocar que ocurra lo que quieres sin que a veces ni los músicos se den cuenta. Pero no hay que olvidar lo placentero de ser director, la suerte de llegar, mover tus manos y te conviertes en un arquitecto del sonidos, marcando los tempi, los colores... Eres como un entrenador de fútbol, tienes mucha gente buena, los diriges pero luego ellos deben hacer su trabajo en el campo. En nuestro caso, también salimos al campo, pero hay que dejar que ellos hagan.
–¿Cuál es la aspiración de la música, de una orquesta?
–Una orquesta es la manera más artística de juntar a gente en una sala, incitándoles a tener una percepción de nosotros mismos, de nuestros seres queridos, provocada por esa energía invisible que es el sonido. El sonido tiene la particularidad de llegar directamente a nuestras almas y cerebros, y crear confort, desazón, preguntas, esperanzas. En cuanto a la música, mi esperanza es siempre llegar a los que dicen que no entienden. Nuestra misión es que vengan y aprecien la belleza por su percepción personal.
–¿Es la prisa el gran handicap para captar a los jóvenes de hoy?
–También yo sufro la velocidad, pero lo más bonito de ser director es desarrollar tu tiempo. Es verdad que la inmediatez nos presiona, los chavales con sus maquinitas esperan siempre respuestas rápidas. He hecho mucho trabajo educacional en las orquestas americanas para frenar eso.
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