Es una ley tácita que el paso de un director titular por una orquesta se rubrique con alguna grabación y una gira. La OSCyL de Max Bragado se midió en escenarios alemanes, la de Alejandro Posada, en colombianos, destinos lógicos dentro de sus respectivas áreas ... de influencia. Cualquier batuta clásica cotiza tanto por su sonido como por su agenda. Luego llegó la crisis y tener siquiera titular fue un logro. En la etapa Gourlay, la gira internacional era un deseo expreso y acariciado. El británico, de ascendencia rusa y de gira por Australia, abría posibilidades geográficas curiosas.
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Pero los caminos del negocio musical en el siglo XXI son insondables. Jordi Gimeno anunció ayer que la OSCyL irá a Omán, cuya melomanía no había trascendido hasta ahora. Sin embargo basta con tener a un sultán aficionado a la música. Qabus bin Said al Said ya ha escuchado a la Orquesta de Bilbao y en diciembre será la de Castilla y León, a las órdenes de Ion Marin, la que toque en el Oman Concert Hall, en Muscat. Los agentes son genios de lámparas maravillosas que procuran aventuras así. Más allá de exotismos, la nueva temporada de la OSCyL promete exquisiteces clásicas, estrenos arriesgados (si están acabados a tiempo), algunas caras nuevas y ha convertido a Roberto González-Monjas en director principal invitado, un músico a tener en cuenta para futuras sucesiones en el podio.
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