Secciones
Servicios
Destacamos
Nació en una familia de músicos rusos establecidos en Los Ángeles. Con los abuelos, los padres y el hermano dedicados profesionalmente a la cuerda, Leonard Slatkin constató que era «un terrible violinista, un mal viola y un aceptable pianista» y a los 16 años, por ... primera vez en el podio, intuyó que ese era el sitio desde el que podía hacer algo en la música. Esta temporada celebra sus 75 años y su medio siglo de carrera como director. Y en su tour hace parada en el auditorio Miguel Delibes, dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León con un programa variado.
«Son obras muy distintas y no demasiado tocadas, con excepción de 'El carnaval romano', de Berlioz. La calmada e introspectiva 'Ciudad en calma', de Copland, contrasta con el humor de Hindemith y el misterio grandioso de Elgar. La obra de Copland permitirá escuchar a dos solistas de la orquesta. Son partituras que yo he trabajado siempre mucho y muy disfrutables para los intérpretes. Hay que hacer Bruckner, sí, pero no gusta a todos», dice quien ha sido titular de la Sinfónica de Detroit, Washington o Londres. Desde que decidió dejar las responsabilidades administrativas y dedicarse «solo a hacer música», elige las invitaciones que le permiten viajar y conocer nuevos sitios. «He pasado la vida entre aviones, hoteles y salas de conciertos. Ahora viajo con mi mujer por países que me interesan. Pasaremos un par de meses por España», cuenta Slatkin, fascinado por las diferencias y convencido de que en ellas radica nuestra posibilidad de convivir y prosperar. «Nunca creí que conocería un mundo tan horrible como el de hoy. Pienso en mi país, divido en dos, con comportamientos en algunas partes de la población que recuerdan a 1938, y no me refiero solo a la política».
Le acompaña su «humor californiano» con el que vuelve a sonreír cuando habla de música, béisbol o cine. «Hace por lo menos 40 años que dirigí a la Orquesta Nacional de España, en Madrid. Entonces todos los músicos eran españoles. No era tan buena pero su sonido tenía carácter; te podía gustar o no, pero era identificable. He dirigido un gran número de orquestas por el mundo y ahora las hay muy buenas, su nivel técnico es altísimo, pero suenan muy parecido. Están formadas por músicos de todas partes que aportan distinta formación, distintas ideas musicales como individuos, sin embargo, el conjunto es similar, lo que considero peligroso».
Ha estado al frente de casi todas las grandes orquestas de Estados Unidos, «antes la de Filadelfia tenía un sonido determinado tanto si tocaban Mozart o Strauss, todo sonaba a 'filadelfia'. Eso pasa con los solistas, Yo-Yo Ma toca su particular Bach o su Mendelssohn. Quizá algún día volvamos al viejo estilo, quizá no».
Un cinéfilo músico de jazz
Viéndole ensayar con la OSCyL, se disipan estas sombras. Vuelve con precisión de cirujano a tal compás para pedirles más fuerte, ligado, cambio de dinámica. «Soy capaz de recordarlo, sí, de detectar lo que hay que cambiar. Cuando dirijo por primera vez a una orquesta, –esta es excelente–, y si la sala lo permite, como es el caso, intento crear el sonido». Y es que «he nacido en el sonido, mis padres formaban parte del Hollywood String Quartet. Pero no solo había música de cámara en casa. Mi padre era el concertino de la 20th Century Fox Orchestra, mi madre, chelista, y su hermano, pianista. Así que también me habitué a la música de cine y a la música popular. Un día podía cenar en casa Stravinsky, otro día Sinatra y otro, compositores de bandas sonoras. Siempre he estado rodeado de música de muy distintos estilos y lo importante es que sea buena, que te diga algo a ti». El jazz es la otra pasión de Slatkin, que toca con amigos y cuyo alma gemela es Michel Camilo. «Hablamos el mismo lenguaje pero en dialectos diferentes».
De los años dorados de Hollywood le queda la pasión por la pantalla grande. También por la música de cine, «que no es sencilla», y aunque la dirige, «no puede sustituir a los grandes maestros, como una exposición contemporánea en el Museo del Prado no puede sustituir a Goya o Velázquez, son cosas distintas». Slatkin es un cinéfilo que «si tengo la tarde libre, voy a ver películas». Le encantó 'Dolor y gloria', de Almodóvar, y también 'Parásitos', del surcoreano Bong Joon-ho. No sabe cuál elegir para el Oscar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.