A. Tamestit, con su viola stradivari de 1672, y T. Fischer. JosÉ C. Castillo

Las sinfonías de amor de Berlioz y Richard Strauss, en Valladolid

Thierry Fischer reta a la OSCyL con la extravagancia de 'Harold en Italia', que tendrá a Tamestit de solista, y las obsesiones de 'Una vida de héroe'

Victoria M. Niño

Valladolid

Jueves, 24 de noviembre 2022, 00:09

El ensayo general del programa que la Orquesta Sinfónica de Castilla y León interpreta esta tarde y mañana en el auditorio Miguel Delibes le impedirán a Thierry Fischer ver el debut de la selección de su país, Suiza, en el Mundial. Prefiere que no le ... digan el resultado, ya lo verá. Es corredor y futbolero, aunque una mala pisada le obligue a llevar muletas esta semana. El reto que propone a la OSCyL es tan musical como deportivo. Interpretarán dos grande obras del sinfonismo contemporáneo que tienen en común su condición narrativa y el protagonismo de héroe o antihéroe, según se mire, autobiográfico en ambos casos.

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El violista francés Antoine Tamestit será el solista de la obra de su compatriota Berlioz. «'Una vida de héroe' es la cima de la viola sinfónica. No es un concierto al uso, sino una sinfonía con solista. Berlioz tenía en la cabeza su viaje a Italia que dejó escrito en cuadernos y en la música. El papel especial que otorga a la viola debía ser teatral, dramático, operativo», dice Antoine, que entra y sale del escenario en distintos momentos, acompañado en alguno de dos violines. «Habla de emociones, de que no le gustaba de Roma, de sus encuentros con amigos y con bandoleros. Hace que la viola se una a diferentes instrumentos. Yeso me encanta, me acerco a los músicos e intento imitar sus sonidos. Creo que se entiende mejor con mi movimiento», dice Tamestit, con su viola stradivari de 1672 en las manos. «Llevo quince años con ella. Es la primera viola que hizo Stradivarius, que apenas creó unas 12 o 15. Esta es un bonito ejemplar, cuyo sonido es como su color, –oro, miel, ámbar–, brillante y cálido».

Tamestit se pone a las órdenes de Fischer para quien este programa es un paso más en los seis con los que recorrerá diferentes repertorios durante su primera temporada como director titular. «Son dos historias de amor. En el caso de Berlioz, se trata de un desamor, en el que no controla sus emociones y da rienda suelta a sus esperanzas y sus miedos. Es una extravagancia, ideal para mí porque llevo a la orquesta a asumir riesgos, a someterse a esos contrastes super lento, súper rápido, súper alegre y melancólico, es una música ligeramente loca. Berlioz es una buena oportunidad de llevarla al límite». En cuanto a Strauss, «trata la relación con su mujer, la necesidad de mantener su masculinidad y mostrar a la vez su lado femenino. Al final es un intento por encontrar un poco de paz en su amor, lo que le lleva toda la vida, probablemente, a todos nosotros. Su música nos permite trabajar con profundidad sus obsesivos sostenutos en la cuerda o las frases largas en los vientos».

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