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Joan Manuel Serrat, anoche, durante su concierto en Valladolid. RICARDO OTAZO

Serrat en Valladolid, el abrazo sereno y alegre de una profunda y popular despedida

El cantante dice adiós al público vallisoletano removiendo huellas, caminos y emociones en una ceremonia medida al milímetro

Sábado, 1 de octubre 2022, 23:58

El adiós 'voluntario' de Joan Manuel Serrat llegó anoche a su escala vallisoletana. Con las entradas agotadas desde hace varios meses, el 'Nano' dijo adiós a todo el público castellano y leonés, ya que la de ayer fue la única actuación ofrecida en la comunidad ... dentro de esta gira de despedida. Pero tampoco fue de extrañar la cantidad de seguidores de otras provincias y comunidades que acudieron anoche a la especial cita. Y es que el 'sold out' de la gira 'El vicio de cantar 1965-2022' ha hecho peregrinar a espectadores de toda España en busca de ciudades con localidades disponibles.

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El tiempo dirá si el 'Nano' se retira de verdad o bien 'se acercará y se irá jugando con la marea'. En cualquier caso, lo de anoche fue toda una ceremonia de despedida medida al milímetro por parte de nuestro querido trovador, no solo en la selección del repertorio, sino también en los diálogos que Serrat ha 'guionizado' para esta despedida tan cercana.

Durante más de dos horas de actuación, Serrat brindó un largo abrazo de despedida con un público que durante estos 57 años ha recurrido a su música por cuestiones normalmente muy similares, a pesar de lo cambiantes que hayan sido los tiempos. Y es que hoy, en estos últimos años que Javier Marías calificó de 'desustancialización endémica', recurrir a canciones de Serrat es algo tan necesario como en aquellos tiempos de cierre intelectual por decreto. Hemos tenido la fortuna de convivir con todo un lingüista musical cuya inspiración profunda y popular, nos le convierte en un talento irrepetible.

El repertorio elegido para esta gira está hecho a la carta y es un finiquito a la altura de un leal contrato de larga duración con su público. Serrat nos dejó anoche cantando lo que más queríamos escuchar, y las limitaciones de la edad no mermaron ni un ápice la calidad. Serrat se despidió en buena forma vocal, flanqueado de una exultante banda en la que hay que destacar la veteranía y la lealtad de Ricardo Miralles y Josep Mas Kitflus.

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Se empeñó y consiguió que nuestra despedida sonara a alegría. Y lo consiguió eligiendo un repertorio diacrónico, comenzando por temas de infancia como 'Mi niñez' o como el entrañable 'Carrusel del Furro' dedicado a su abuelo Manuel... ambos títulos llegaron después de introducir la noche con el folklorista 'Dale que dale' de un Miguel Hernández al que más tarde dedicaría momentos realmente solemnes. De la niñez nos llevó a la insultante mocedad de pelo largo de 'Señora' recordándonos que «todo lo que queda por delante es futuro». Posteriormente, Serrat mostró sus recursos escénicos más teatrales con 'Romance de Curro El Palmo», mientras que dejó el esperado tirón de orejas a los señores de la guerra con ese rotundo 'Pare' escrito hace medio siglo.

El poeta Hernández volvió con el recuerdo de Serrat también puesto en la música que Alberto Cortez compuso para las 'Nanas de la cebolla' y para las palabras de Neruda cuando dijo que 'recordar al poeta es un deber de amor».

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A modo de sorpresa la violinista Ursula Amargós hizo de Sabina cantando 'Es caprichoso el azar' y, casi sin avisar (porque a veces no es necesario) llegó un rotundo y eterno 'Mediterráneo'. 'Cantares' supuso una interacción mayúscula con un público que ya visualizaba «la senda que nunca se ha de volver a pisar». El final del concierto no pudo tener códigos más explícitos con 'Soy sinceramente tuyo' y con esa cláusula popular en forma de 'Fiesta'.

Serrat… sinceramente íntegro, sinceramente nuestro.

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