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Más de 6.000 chavales de Castilla y León se han acercado esta semana a la música popular con Fetén Fetén y la Orquesta regional. Folk sinfónico con instrumentos insólitos vuelve a ser el reclamo para el concierto abierto a todo el público esta tarde ... a las 18:00 h. en el auditorio Miguel Delibes.
En ese escenario percusionistas como Martin Grubinguer y Evelyn Glennie han desplegado todos sus artilugios delante de la Orquesta. Abraham Cupeiro hizo lo propio con sus instrumentos milenarios. Diego Galaz y Jorge Arribas tienen una colección más variopinta que abarca el serrucho, el strohviol, la silla de camping flauta o el recogeval. Diego Galaz deja el violín para coger la zanfona, las cucharas, la botella de anís o la sartén.
Con ese útil de la cocina es capaz de marcar el ritmo, de acompañar a Jorge con la silla de camping flauta en una popular jota. Sus instrumentos son un homenaje a la «pobreza y el aburrimiento, a veces de estos emerge el genio humano». Es la segunda vez que hermanan su música con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL). «Este proyecto comenzó con Diego Galaz y la Sinfónica de Burgos. Luego hemos podido hacerlo con la OSCyL, más grande que la anterior ocasión», explica Jorge Arribas.
Acompañan a Fito, a los Celtas, el pasado domingo tocaron solos en Olivares (LaVeguilla Folk). «El 85% de nuestros conciertos son a dúo, así que poder ampliar así la paleta tímbrica y sonora es una maravilla». Se someten al protocolo de la clásica, «que es mucho más ordenado que el nuestro» y se adaptan igual que al jazz o al folk. «Casi todos los músicos sentimos respeto y admiración por la buena música ya sea con una sartén o una sinfónica.Quizá los que nos dedicamos a la música popular somos los que no apreciamos como debiéramos el mundo clásico. En general hay una comunión positiva», apunta Galaz.
Al violín de Diego le han crecido los hermanos. Con un instrumento histórico como el strohviol explica la amplificación mecánica que lograban los violinistas de hace un siglo en las fiestas populares. Porque la música era itinerante, la guinda de toda reunión celebratoria, la que propiciaba los «bailes agarraos como el chotis, el vals o el pasadoble de los que venimos todos».
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El cancionero castellano, los romances desenterrados por Joaquín Díaz, las jotas de Agapito Marazuela, lo aprendido con La Musgaña o con Eliseo Parra se va suciendo en el cuento de la música popular que enhebran Diego y Jorge. Arribas deja el acordeón para presumir de recogedor y escoba musical, sus dedos vuelan por los mangos de plástico de colores. El micrófono permite que lleguen lejos. La Orquesta les acompaña dirigida por Javier Fajardo.
Fetén Fetén siembra ganas de cantar y bailar con ellos. El público joven les siguen aunque la mayoría identifica la gaita con Galicia sin encontrar un instrumento propio de esta tierra, sin recordar la dulzaina. «Tenemos una asignatura muy bonita pendiente colegios, instituciones y músicos, que no se rompa el hilo y la identidad siga su curso», afirma Diego Galaz.
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