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El octavo centenario de la Catedral de Burgos ha alumbrado un nuevo concurso de órgano, el Francisco de Salinas, que celebró su fase final el pasado fin de semana. Pol Álvarez ganó el primer premio, Sara Johnson, el segundo, y Berenguer Montserrat, el tercero ... .
Sara Johnson (León, 1992) estudia en Hannover un máster de órgano tras cursar otro en Bremen de clave. «Cuando empecé en el conservatorio tenía intención de elegir piano. Mi tío músico se había dado unas primeras lecciones, entonces era el primer año que se ofrecía la especialidad de clave. Me gustó su sonido especial y empecé a estudiarlo. No es de cuerda percutida, como el piano, sino pulsada a través de unas pinzas. Eso acerca el sonido al laúd, a la guitarra. Frente a este, en el órgano se trabaja con el aire en vez de con la cuerda, eso te lleva a pensar en la familia del viento.En cada iglesia hay un órgano distinto, lo que supone un mundo diferente, cada uno con sus registros, con sus teclados, con su sonoridad según el espacio. Es como que tocas una orquesta distinta cada vez», explica Sara. Había participado en varios concursos de clave y este ha sido el primero de órgano para ella. «El certamen tenía dos partes, una primera dedicada a la música barroca española. Había que tocar una pieza obligada de Antonio de Cabezón. Me siento muy a gusto en la música antigua. La segunda parte estaba dedicada al XIXy el XX, otro mundo». Esa primera parte se desarrolló en el órgano de la Capilla de San Enrique y la segunda, en la Iglesia de la Merced, que tiene un 'cavaillé-coll'.
Tradición protestante
Johnson alterna la interpretación en los órganos románticos alemanes, aunque «también allí hay alguno barroco como los españoles». Disfruta de la preservación de la música en el rito protestante, «la tradición marca que no hay liturgia sin órgano, está muy presente». Sonríe cuando se le pregunta por la convocatoria de la plaza de organista en la Catedral de León que tiene como condición ser presbítero. «En Alemania priman las aptitudes musicales por encima de la condición religiosa».
En el futuro le gustaría compaginar la docencia con la libertad de los conciertos, «que permiten seguir aprendiendo». De momento, el premio implica dos conciertos con su dotación económica, uno de otoño (2.000 euros)y otro de verano en la provincia (600). El jurado estuvo presidido por Juan de la Rubia, y formado por Marco A. Brescia, Andrés Cea, Loreto Fernández, Óscar Laguna y Diego Crespo.
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