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J. B.
Valladolid
Sábado, 6 de julio 2019, 21:53
Calor y una ciudad semidesierta con estampida vacacional o de fin de semana a los pueblos recibieron el IX Encuentro Nacional de Batucadas. A las siete y media de la tarde y con el público buscando la sombra, la percusión del Bloco Charro desperezaba a ... vecinos y viandantes del entorno de la Catedral, animándoles a sumarse a su letanía de tambores, caixas y timbas.
De la calle Núñez de Arce partían los blocos con La Torzida vallisoletana como la más poblada de efectivos. Jugaba en casa y apadrinaba un desfile que congregó a cientos de personas a medida que caía el sol y las terrazas de los bares se poblaban de clientes.
Aplausos, 'selfis' y mucha foto con el móvil a la comparsa festiva, aplaudida por un público en el que los más jóvenes se animaban a bailar al zarandeo de ritmos afrobrasileños que imponían los grupos Samborejo, de Córdoba; Zumbalé, de Madrid; Ta! Quiritkitá!, de Alcoy (Alicante). Por la mañana la plaza de Portugalete acogía la batuchiqui para público infanti, y el área recreativa de La Hípica hacía hueco a los los talleres de batucadada.
Por la tarde, el pasacalles festivo era recibido por la parroquia de resistentes en la ciudad con aplausos o cerveza en mano a la puerta de bares y terrazas, mientras la música invitaba a la complicidad bailona. Con un público remiso al principio y más participativo a medida que el repicar de la percusión hacía su efecto, las sombras iban ganando al sol y la gente salía del letargo veraniego disfrutando de un espectáculo que daría paso al concierto de Balkumbia en la plaza de la Universidad.
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