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Tiene mucha historia musical a sus espaldas Ricardo Marín. Tanto que revisarla da hasta vértigo: líder de un grupo de rock infantil a los 7 años, telonero de Parchís, cantante de orquesta de bailes de salón hasta llegar a convertirse en parte del equipo de ... Raimundo Amador y desarrollar toda una carrera como músico de segunda línea de figuras como Miguel Ríos, Ariel Rot, Manolo García, David Summers, Antonio Carmona… En 2016 se lanzó a la primera línea con 'Buenas intenciones' y ahora repite con 'Cuando', el disco que presenta en el Teatro Zorrilla este viernes a las 21 horas, aprovechando el fin del toque de queda.
«Mi escuela ha sido la calle y el tú a tú», admite Marín, que se presentará en Valladolid en formación de trío -acompañado por el bajista Juanjo Ramos, de Los Secretos, y el baterista Anye Bao- y con el respaldo de cinco músicos locales invitados: Fran Pahino, Miguel Vaquero, Fito 'Siloé', Pablo Acebal 'B.l.o.w' y Arturo Cerrato. «Queríamos volver a sentirnos vivos en un escenario. Con esta fórmula de tocar con otra gente nos enriquecemos mutuamente», asegura Marín, que es nieto del guitarrista flamenco Isidro Marín Utrera. Corre por sus venas el placer de tocar por tocar, y de tocar con otros, y de disfrutar juntos en este juego maravilloso de la música. Escuchándole uno no tiene la sensación de que sus invitados vayan a ser convidados de piedra.
Su historia con la música comienza a los 5 años, cuando le cuelgan de una guitarra. Con 7 ya tocaba en grupos como 'Pequeños muchachos' y luego en 'Charco 1', con los que salió por primera vez de gira por América. De su etapa como telonero de Parchís recuerda orgulloso que «ellos usaban bastante playback, pero nosotros lo tocábamos todo en directo». Temas clásicos de rock 'n' roll que su padre, el también guitarrista Luis Marín, les había ido enseñando hasta hacerles un repertorio.
Superada la adolescencia, pasó por varios grupos. «Llevo subido a un escenario toda la vida. Me acuerdo de que mi padre conseguía meternos incluso en los festivales del PCE». En 1993 publicó un primer disco en solitario 'Dentro de ti', con Combo-k-dos y una imagen hoy casi irreconocible, por pulcra. Pero será su encuentro con Raimundo Amador, y enseguida con B.B. King, los que le cambiarán la vida. Un encuentro que resultó más que accidentado, según recuerda. Y es que, por aquel entonces, Marín era cantante de orquesta de salón y acudía a trabajar vestido de esmoquin. Así estaba ataviado, preparado para el siguiente bolo, cuando su amigo Pepe Bao le animó a ir de inmediato a un casting para unirse al equipo de Raimundo Amador, que acababa de quedarse sin guitarrista. «Allí me presenté con mi traje de trabajo de la orquesta y, al principio, fui recibido con estupor. Creían que era el camarero del hotel y creo recordar que alguno de los músicos llegó incluso a pedirme un cubata», recuerda con humor. Cuando comenzó a tocar se disipó la confusión y quedó incorporado de inmediato a la banda con el compromiso de aprenderse un repertorio de 20 temas en apenas siete días. Y no precisamente para hacer un bolo cualquiera más, sino un concierto en el que participaba como invitado B.B. King.
Pese a que Marín ha pasado toda su vida colgado de una guitarra no se considera un virtuoso. «Si hace falta soy el primero en pisar el pedal y marcarme un solo, pero no soy ningún friki del instrumento», admite. «La guitarra ha sido mi compañera, pero también he sido corista de otros y he cantado mis canciones».
Después de años sometido a las influencias de otros artistas de genio y talento de lo más variado, parece bastante lógico que su propia música resulte ecléctica. «Me han influido muchos grupos y en mi música se ve reflejado el batiburrillo de influencias que tengo en mi cabeza». De modo que tan pronto aparecen los aires funk, como aromas de rock argentino tomados de Ariel Rot o Andy Chango, o aparecen sus raíces flamencas –«aunque yo no toco propiamente flamenco», aclara- o se dejan ver huellas de sus inicios roqueros, y de la escuela de Miguel Ríos, o de Manolo García, del que ha sido director musical en varias giras. «A veces me sale algo a lo Antonio Vega y, luego, me voy por Antonio Carmona», que colaboró con él en el tema '39 primaveras'. «Mi vida ha sido una montaña rusa», admite Ricardo Marín. «La música me puso en este camino y, por encima de todo, me considero músico; un músico serio que sabe qué suelo pisa».
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