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Treinta y dos años después de su último avistamiento, como si de un fenómeno paranormal se tratase, Los Retrovisores han sido recientemente hallados y en perfecto estado de salud. El suceso ha ocurrido este sábado 21 de enero en Gijón, a 276 kilómetros del último ... contacto visual que se tuvo con el grupo y que fue registrado, allá por el verano de 1991, en la plaza del Poniente de Valladolid.
El suceso ha dejado en shock a los fieles seguidores del trío 'mod' vallisoletano que protagonizó una de las carreras musicales más veloces, divertidas y talentosas de la escena musical durante los dos primeros años de los 90. Muchos de estos seguidores esperan que un nuevo avistamiento se produzca próximamente en Valladolid.
Horacio García (voz y bajo), Ginés Martínez (batería) y Luis Bailón (bajo y coros) tenían solo 17 y 18 años cuando se separó su grupo en 1991. A esa edad, Los Retrovisores ya se habían hecho con una cantera de cientos de fans en conciertos que eran una verdadera fiesta de pop acelerado y vitaminado.
Con solo una maqueta grabada en su local de ensayo, (febrero de 1991), pero con la producción de varios miembros de Celtas Cortos, el grupo logró captar interés a nivel nacional, siendo cada vez más demandados para actuar fuera de Valladolid. Su repertorio incluía temas como 'Fines de semama', 'Niños de papá', 'Chica', 'Los tiempos que corren' o 'Lollipop'. Sin embargo, su separación llegó de una manera abrupta… tan inesperada como fue el pasado 21 de enero su reunión en directo después de estar 32 años sin contacto común entre sus tres integrantes.
Horacio García vive ahora en Gijón. Tras obtener el Grado Superior de Música en San Sebastián, creó junto a dos socios la Escuela de Música Moderna y Jazz Meidinierz de Gijón. Ante sus otros dos compañeros de grupo, el músico confiesa.«Fui yo el que les contactó para hacer este concierto de reunión».
Los tres compañeros y amigos vertebran recuerdos y se sueltan después de tres décadas de incomunicación. Pese a lo reconfortados e ilusionados que estaban, en la entrevista hubo lógicos momentos de gestión emocional en forma de silencios… hasta que Horacio decidió aligerar peso: «Me acuerdo de muy pocas cosas, pero sí que me acuerdo de que fui yo el que lo jodió todo y el que mandó la banda a tomar por el culo. Tuvimos muchos momentos de pasarlo genial en los conciertos, pero también me recuerdo a mí mismo estropeándolo todo… Por eso, animado por una amiga, pensé que ya estaría guay tocar, comer juntos… y sobre todo, volver a ser colegas otra vez».
Las fotos y los vídeos de su reciente concierto en el 'Meidinierz Jazz Club' de Gijón constatan no solo una amistad recuperada, sino también una excelente forma musical del trío. Con solo un ensayo el día antes del concierto, la banda superó 32 años de inexistencia del grupo. Evidentemente, que cada uno de sus integrantes haya seguido en activo todos estos años siempre ayuda. Horacio no ha dejado de tocar como docente y como músico de jazz, Luis continúa en Harla Horror y Ginés ha tocado con Substitutos, Paul Collins, Cooper y Germán Copinni, entre otros.
El propio Ginés ha confesado el tono 'reparador' que ha tenido este concierto de reunión: «Cuando terminó la aventura de Los Retrovisores me sentí como un niño al que habían roto su juguete, era un adolescente inmaduro pataleando. Ahora, después de tantos años, lo veo como una escuela en la que aún sigo aprendiendo». Por su parte, Luis admite que, si por él fuera, no se hubiera bajado nunca del escenario. «Fue memorable, emotivo… estoy muy muy feliz».
Ser 'mod' en el Valladolid de finales de los 80 y en 1990 era algo así como predicar en el desierto. Exceptuando la colonia 'mod' de León, con Los Flechazos al frente, Castilla era tierra dura para los aficionados al pop y a otras ofertas musicales ajenas al rock 'standar'. «Yo compraba trajes de 50 pesetas del 'año catapún' en una tienda que tenía controlada», cuenta Horacio. «No sabíamos en qué consistía ser 'mod', al menos yo… que me lo inventaba un poco», añade.
A pesar de predicar en el desierto, lo cierto es que Los Retrovisores conquistaron incluso a un público ajeno a su círculo 'revival'. Ginés recuerda: «Lo nuestro se salía un poco de la tónica local. Aquí había una especie de gusto estándar, todo el mundo estaba en una sintonía y nosotros desentonábamos un poquito. Quizás la gente nos veía algo que no se esperaba en el Valladolid de entonces: tíos muy jóvenes que no desafinaban del todo haciendo ese tipo de música». Y es que en el Valladolid del 91, las tribus urbanas aún se resistían a ser más de dos o tres. O eras pijo o eras heavy o eras punk. Así que ser siniestro, mod, rocker o postmoderno suponía juntarte con una minoría acosada por la incomprensión de mayores y también de coetáneos.
El desaparecido local de ensayo de Los Retrovisores se apodaba La Vaquería (en la calle Espanta, 1). Su amplitud lo hizo propicio para que allí se celebrasen conciertos furtivos y fiestas que eran un refugio para los que desentonaban en lo 'standar'. Ginés admite que reproducían «un poco ese ambiente de local de peña de pueblo a nuestra medida. Valladolid era muy cutre entonces y el ambiente dejaba que desear para muchos chavales como nosotros que querían hacer conciertos, bailar y pasárselo bien».
En La Vaquería el grupo grabó su única y preciada maqueta, después de un primer directo (en diciembre de 1990)en la Casa Revilla, con 'temas como 'Pepe, el ratón', 'Sábado por la noche' o 'Es algo tarde'. En febrero de 1991 actuaron en el Núñez de Arce (tocaron 'El tren de la costa' y 'I'm not like everbody else') y en abril de 1991, en la sala Be-Bop (Tudela de Duero)con 'El tren de la costa' o versiones de 'Black is black'.
Luis recuerda que «en aquella época grabar todavía era algo inaccesible; y que vinieran los Celtas a producirlo, imagínate. Recuerdo pasármelo bien aunque con la presión de tener 17 años y tener que llegar pronto a casa», comenta entre risas. Aunque no precisan coordenadas, el grupo no descarta un próximo avistamiento. Horacio lo resume: «Para mí ha sido muy emotivo ver de nuevo a Ginés, a Luis… y tocar aquellas canciones que tenía grabadas en el corazón. Ojalá haya más».
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