El cantante granadino Miguel Ríos. Raquel López

Concierto de Miguel Ríos en Valladolid

«Para hacer este repertorio con 79 años y no dar pena tienes que amar el directo»

La veterana estrella celebra este jueves en la ciudad 40 aniversario de 'Rock & Ríos' con un concierto en la plaza de toros

Roberto Terne

Valladolid

Miércoles, 30 de agosto 2023, 00:25

1982 fue un año 'bisagra' no solo para la política y sociedad española. También lo fue para el rock. Aunque la renovación artística llegó por parte del modelo 'new wave', lo cierto es que fue un Miguel Ríos (ya veterano por entonces) el que consolidó ( ... con riesgo, triunfos y fracasos) el concepto de 'gran formato' en las giras españolas. La culpa la tuvo él y un disco grabado en directo los días 5 y 6 de marzo de 1982 en el Pabellón de los Deportes del Real Madrid. 'Rock & Ríos', además de ser un disco de síntesis repleto de éxitos pervivientes, también cambió muchas cosas en la industria musical de este país. Miguel Ríos, el rockero que nunca muere y que nunca se jubila del todo, celebra este jueves en la plaza de toros (22:00 horas) el 40 aniversario de un disco tan presente en los hogares familiares de los años 80 como lo fueron las mismísimas 'Maravillas del saber'.

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–¿Se imaginaba soplando las 40 velas de 'Rock & Ríos' subido de nuevo a los escenarios?

–Cuatro décadas es mucho tiempo, y ya se sabe que la oxidación no descansa, como cantó Neil Young. Pensaba que mi estado físico y vocal era el idóneo para afrontar tamaño desafío. Se dice que el disco y la gira del 82 fueron determinantes para conseguir que el rock fuera la música hegemónica de aquel tiempo en nuestro país. Por eso pensé en plantear la gira de 2023 como una fiesta de celebración.

–¿Qué recuerdos guarda de aquellas noches de grabación y de gira en un año 1982 tan estimulante?

–Aquel disco y aquella gira fueron, como todo acto de arrojo extremo, una locura. Hicimos un montón de bolos con una banda reseñable, con un gran equipo de luces y de sonido por cientos de pueblos de España, cuando todavía no existía infraestructura, ni humana ni técnica. Pero tiene razón cuando califica de estimulante el año 82. Tuve la suerte de estar inmerso en el 'tiempo del cambio' y de que mi música formara parte de su banda sonora.

–¿Por qué cree que le llegó su momento de reconocimiento total con ese disco y no con otros?

–Nunca se sabe por qué con uno y no con otro. Supongo que España estaba saliendo de un tiempo de plomo y grisura, y que la ideología por la que habíamos luchado estaba creciendo en la sociedad. La gente, el pueblo, quería calle y libertad, que es de lo que iban las canciones de mis últimos discos. Y el 'Rock&Ríos' se convirtió en la nueva liturgia de aquel verano.

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–Usted contribuyó a desarrollar la escenografía y la industria del rock en este país con este disco. ¿Cuál cree que fue su aportación al rock español?

–El 'Rock&Ríos' como dicen en México, fue un 'parteaguas' para el rock en español. La industria, aquí y en la mayor parte de Latinoamérica, descubrió un nuevo mercado que podía convivir con el rock sajón, e intervenir como agente cultural para un público que sentía la necesidad de que le contaran su propia historia. La verdad es que lo duro fue llegar ahí. Cuando diez años antes, hice mi primer disco en directo, 'Conciertos de rock y amor', me sentía como el predicador de una nueva secta en busca de adeptos. El ambiente para la cultura rockera era muy hostil. Pero yo no tenía otra salida, así que me convertí en diseñador de alguna de mis giras posteriores.

–'Rock and Ríos' sintetiza la primera mitad de su trayectoria y una época maravillosa de grandes canciones en el rock español. ¿Cómo valora aquellas canciones y aquella química con el público?

–Yo diría, viéndolo en perspectiva, que esos años fueron mi cúspide de popularidad. El poso que se crea para que, si sigues amando este oficio, estés mientras tú quieras. Esa década fue muy creativa, primero el fenómeno del rock urbano y el rock con raíces, que se arrastraban del final de los setenta, luego el subidón de las ventas que alertan a las compañías de discos, y después 'La movida', ese seudo punk rosado que cuando reposó sus plumas dejó emerger a grandes bandas que fueron semilla de la estupenda escena actual 'indie'. Y claro, la química y el público es la razón de ser de este oficio. Hubo también otra química que para algunos fue funesta…

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–¿Cómo va a proyectar aquel recuerdo en esta gira?

–El concierto del jueves en Valladolid es el cuarto de la gira, pero ya descubrí en los bolos del Wizink de Madrid que el recuerdo del Rock&Ríos es una fiesta de energía colectiva. Son las canciones y su poderío emocional lo que marca el ambiente. Hemos cuidado mucho la puesta en escena, y el sonido es el de 40 años después. Pero el gran acierto es tocar el repertorio con una banda que es una apisonadora.

–Los viejos rockeros nunca mueren y usted no ha parado quieto por mucho que se jubilara hace ya unos años ¿Es inevitable seguir sintiendo el rock en directo?

–Para hacer este repertorio a los 79 años y no dar pena, tienes que amar el directo sobre todas las cosas. Para estar en forma física y vocal, me lo he estado currando. Para eso tienen que darse algunas circunstancias. La primera es la motivación y que mantengas el respeto por tus mecenas, por la gente que viene a verte, por la que te elige. En segundo lugar, que te guste machacarte ensayando y entrenando; y por último, que tengas salud y hambre.

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–¿Se jubilará definitivamente después de esta gira?

–De mí, menos anunciar otra vez mi retirada, se puede esperar cualquier cosa (risas).

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