Recuerdo a Cristóbal, un pleno triunfador

Siempre recordaré el estreno en Madrid de su 'Cantata de los Derechos Humanos' en el 68, encargo de las Naciones Unidas…

antonio baciero

Miércoles, 26 de mayo 2021, 18:33

Perdemos con Cristóbal Halffter una histórica figura de músico integral, inquieto, elegante, original, completo. Además de todo un verdadero triunfador. Publicadas por la Universal Edition de Viena, sus partituras llegaban regularmente a las mejores entidades musicales del mundo, que él mismo presentó con frecuencia dirigiendo ... a importantes orquestas y festivales, en ocasiones combinadas con obras del gran repertorio sinfónico, Wagner, Beethoven o Brahms.

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Encargos, premios y estrenos llenaron una vida de extraordinaria exigencia cultural y un reconocimiento que prolongaba un nombre, el de Halffter, ya tan biensonante y efectivo en nuestra música. Y desde su primerísima juventud. Le gustaba mucho recordar a Enrique Franco cuando Cristóbal se le presentó por primera vez en su despacho de Radio Nacional con tal aplomo y autoridad: «Soy Cristóbal Hallfter»…

Mimado por Federico Sopeña ya desde el Conservatorio madrileño, ya sus primeros premios y estrenos fueron destacados en una siempre ascendente carrera. Tan radicado en las cotidianidades de Madrid como en las de León, ha muerto en el castillo familiar cercano a las viejas grandes familias aristocráticas españolas. Casado con una estupenda pianista, Marita Caro, y padre de un ya conocido director, Pedro, Cristóbal siempre mantuvo, sin embargo, una posición crítica con el stablishment asegurando repetidas veces –ante sus alumnos y ante la Prensa– que la mejor salida para un compositor en España era la de Hendaya…

Como hoy dice acertadamente Jorge de Persia «Una distancia seguramente ganada en los años que –es fácil juzgarlos desde la historia– el régimen de Franco alentaba para mejorar su imagen las virtudes de esas vanguardias inspiradas en Darmstadt, representadas por él –premio Nacional en 1953– y también entre otros por su compañero de generación Luis de Pablo- y que una década más tarde pusieron sonido a los '25 años de paz'. Años de diálogo entre las artes ya que en paralelo surgían los grupos plásticos de El Paso, o de Dau al Set, entre otros».

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Toda ella, generación emprendedora y activa desde una siempre arriesgada e hipotética comprensión por parte del público y en un ambiente no precisamente el más favorable. Casi todos venían impregnados en sus estudios de una de las grandes figuras de la cultura creativa española que fué Conrado del Campo. Desde el Real Conservatorio de Madrid, aquel heróico Don Conrado, un wagneriano que nunca había podido ir a Bayreuth, un Malipiero español que compuso 16 Cuartetos y una ópera sobre 'La Divina Comedia' editada por Schott y nunca representada, ya había sido iluminador de la llamada Generación de la República, de los Salazar, Bacarisse, Remacha, Bautista, Pittaluga o Rodolfo Halffter, todos rápidamente exilados junto a sus cercanísimos publicistas y cineastas Ricardo Urgoiti y Luis Buñuel, más sus compañeros en la Residencia de Estudiantes… Con Falla también en Argentina, todos ellos eran los maestros que les faltaban a esta Generación del 51.

En 1967 compartió Cristóbal una interesante Beca Ford para estancias y trabajos en Berlín con Luis de Pablo, una estupenda contrafactura de creador musical, con el que personalmente protagonicé yo –inolvidable aventura entonces– la del paso a Berlin-Este por la estación de Friedrichstrasse y primera visita al impresionante Pergamon-Museum. Por no mencionar al recientemente fallecido, y exitosísimo todo terreno también, Antón García Abril con nuestros cursos de la Chigiana de Siena, y Ramón Barce que en su brillante amplitud intelectual llegó a ser hasta Catedrático de Literatura, e incluso muy kafkianamente obtuvo hasta una especie de Premio Extraordinario en el entonces obligatorio Servicio Militar.

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Cristóbal, entre todos ellos, era sin embargo el de mayor voluntad (la ascendencia germánica…) tesón, inteligencia y proyección internacional. Siempre en vanguardia, pero nunca olvidó el valor de los Tientos de Primer tono y Batallas Imperiales que conformaron, basadas en Cabezón y Cabanilles, una de sus obras más exitosas en el mundo.

Siempre recordaré el estreno en Madrid de su 'Cantata de los Derechos Humanos' ('Yes, speak out, yes') en el 68, un encargo de las Naciones Unidas… Él mismo –brillante y seguro director de orquesta– dirigió en el Real la Orquesta Nacional, y el Orfeón Pamplonés que estrenó para la ocasión unos vestuarios del mejor modisto de Madrid, encargados por el entonces presidente del Orfeón navarro, Jesús Huarte. Acudieron invitados al relevante estreno directivos de diversos festivales europeos y, después del gran éxito, asistimos al gran fiestón en la histórica casa de Jesús, de Corrales y Molezún en Puerta de Hierro, con músicas y cordialidades todas hasta el amanecer.

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Son muchos los ecos que despierta esta emblemática figura música española. A mí, personalmente, y a pesar de nuestro muy buen trato personal, y no frecuentador de música contemporánea, nunca me olvidó el que me hubieran dado el Premio Castilla y León de las Artes antes que a él. No fue mérito mío. Pero, ahora, Cristóbal, de verdad, te prometo aprenderme tu 'Concierto de piano y orquesta' y tu preciosa 'Sonatina en La Mayor' que tengo desde la época del Conservatorio. Palabra… y ¡Feliz viaje por los espacios eternos de Cervantes y de Stefan Zweig!

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