Prometeo frente a los titanes del XXI

«Este es un Prometeo casi bufón, un 'homeless' identificable que reflexiona sobre qué han hecho los hombres durante estos 5.000 años con el fuego y las musas que les entregó para crear una sociedad armoniosa y equilibrada. El punto de vista es desde hoy. Alfredo Noval está sentado entre libros, frente a un televisor, que es el sustituto de aquel fuego en los hogares de hoy y que es capaz de transformar a quien lo ve, no se sabe si para bien o para mal», cuenta Martín Sañudo que, como Noval, es un egresado de la Escuela de Arte Dramático de Castilla y León. Precisamente fue la Escuela la que le convocó por su experiencia en dramatización de espectáculos líricos.

Del hip-hop a Purcell

«El ballet original de Salvador Viganò se conserva hasta el número 10, de los quince que tiene la partitura. Faltaban los cinco últimos en los que se perdía la fábula en favor del lucimiento de los solistas. Ese ballet es el pretexto literal de mi trabajo, mi texto parte de él. Hay un texto mío, un corpus extenso de Esquilo, en una traducción de Heiner Müller, una cuarteta de Calderón, en fin gente a la altura de Beethoven», dice riendo.

Sañudo apunta el significado filológico de Prometeo, «el que ve antes que los demás, tiene un sentido profético, es el que lo sabe todo pero a la vez no ha sabido gestionar a sus criaturas». El mito cuenta que robó el fuego a Zeus y se lo entregó a los hombres y también les otorgó las musas, ambos regalos permitieron su supervivencia. El benefactor de la humanidad enfureció a Zeus quien le castigó con la visita de Pandora y su caja/ánfora que escondía males y plagas. «Intento encontrar el equilibrio entre la narración clásica y su lectura hoy. El actor recita el texto, que supone un cuarto, frente a las tres partes de la música. Solo hay un momento en el que se encuentran voz y música», explica este director que comenzó en el hip-hop y nunca pensó que se dedicaría a la música barroca.

«Hago dramatizaciones de música antigua también. Al final lo más bonito es la convivencia de los dos mundos, el teatral y el musical. La ópera es muy divertida, para mí es una composición plástica y pido a los cantantes posturas o maneras poco acordes con sus exigencias vocales, así que hay que negociar entre los intereses dramáticos y musicales». La iluminación completa el espacio escénico creado delante de la OSCyL.

Roberto González-Monjas ha elegido esta obra que hará también con la Dalasinfonettan, orquesta sueca radicada en Falun de la que es titular, en el festival Vinterfest. Se calientan los motores para el 250 aniversario de Beethoven en 2020 y suenan los tambores para la sucesión de Andrew Gourlay al frente de la OSCyL. El vallisoletano está en la quiniela.