Secciones
Servicios
Destacamos
El sevillano Juan Pérez Floristán, primer español que gana el Premio Arthur Rubinstein, conversará este miércoles con el público del Otoño Musical Soriano y el jueves clausurará el festival con un concierto junto al Cuarteto Cosmos. Será la primera vez que toquen ... juntos en público y han elegido una obra que les haga «florecer», será el 'Quinteto' de Schumann. Hijo de director de orquesta y pianista, juega con el teclado desde que tiene memoria y se ha convertido en un virtuoso que resta solemnidad a la partitura. Afrontó el concurso más importante de su carrera eligiendo una versión del 'Concierto nº 4' de Beethoven que no era la canónica. El joven músico estudia arte dramático en sus ratos libres, colabora con Alberto Iglesias y prepara su debut en el Carnegie Hall que será el 14 de octubre.
–Tocó en Soria con al OSCyL y ahora en quinteto ¿alternará en su calendario recital, concierto y cámara?
–Mi manera de encarar profesión es poliédrica, no hay solo una manera de entender la música. Por un lado está el espectro del recital. Ahí tienes la mayor libertad del mundo, algo muy apetecible para un creador, pero es solitaria. Tiene el peligro de quedarte en tus cosas, de no renovarte. En el otro lado del espectro, está la orquesta, tienes menos libertad, hay mucho músico suelto que toca contigo y te da un subidón de adrenalina inigualable. La cámara es íntima y compartida, esta entre medias.
–No era muy de concursos y ganó el premio Paloma O'Shea y el Rubinstein. ¿Qué le queda?
–He cumplido 28 años y la mayoría tienen el tope de inscripción a los 30. En los próximos años tengo muchos compromisos así que me hace feliz decir que no concursaré más. Por otra parte, el concurso de Santander es el más importante de Europa y el Rubinstein, del mundo.
–¿Cómo celebra estos hitos su madre pianista?
–La relación con mi madre ha evolucionado pero nunca ha sido un caso de esos en que los padres vuelcan sus frustraciones en sus hijos. Siempre me dejó claro que tenía que hacerlo por mis aspiraciones y anhelos.Si ve que soy feliz es feliz ella también. Al compartir profesión, ella siente mis victorias muy íntimamente.
–¿Qué le decía ella sobre su idea de hacer el 'Cuarto' de Beethoven en esa versión?
–Ella es más sensata, me recomendaba no pasarme arriesgando y llevaba razón aunque me salió la jugada. Tuve potra, pero reconozco que fue una insensatez. Siempre es necesaria la figura de quien te recuerda que todos erramos, lo sé perfectamente.
–¿Por qué arriesgó?
–Una partitura es como un texto escrito, un mapa en tinta china, un manual de instrucciones de un mueble de Ikea. Es muy traicionero el texto, cualquiera que se haya parado a escribir cuatro palabras se da cuenta de que algo se pierde, algo que no puedes traducir y ese es el problema de los artistas todos los días; de los músicos, los actores, los bailarines, tenemos que interpretarlo y hay todo un mar de posibilidades, es enorme. Desde ese punto de partida vi que no te puedes fiar, algo escrito es siempre la sombra de la sombra. Existen otros manuscritos de ese mismo concierto con variantes del propio Beethoven. Si me apuras ni siquiera me inventé gran cosa, seguí las órdenes de otro Beethoven.
–¿Qué hace en la Fundación Baremboin-Said?
–Soy profesor en la rama que tiene en Sevilla. Una vez al mes me reúno con cinco alumnos. Es una relación muy bonita que me permite desarrollar otra faceta que me interesa, la pedagógica, que me viene de mi madre y de mi padre. Además es un contexto ideal, el de mi ciudad y en pequeña formato lo que me permite centrarme en cada alumno.
–¿Es partidario de liberar a la clásica de su liturgia?
–No hay que perder el foco de la crítica pero tiene que ir por derroteros más allá del marketing. Pero la ropa que vestimos es algo más profundo. Un concierto es un rito y vivimos en una contexto desritualizado. Tomarte un café por la mañana es un rito, la graduación universitaria o el partido de fútbol, otros. Los ritos son necesarios para dar un sentido a una vida que no lo tiene. El problema es cuando el rito se queda vacío, pasa con varias disciplinas artísticas. Si la música clásica sigue resonando en el público da igual si se hace en vaqueros. El problema es cuando no se llega al público. Todo viene de la educación. Los músicos tenemos que entonar un mea culpa, aunque la mayoría, recae en los políticos.
–Ha tocado en un disco de Alberto Iglesias ¿le interesa conectar la música con otras artes?
–Creo que las artes son multidisciplinares en su adn. Recibo clases amateur de arte dramático, me encanta el cine y hago mis cosa con las cámaras. Colaborar con Alberto, que es un artista como la copa de un pino, es un goce. Ha sido una grabación de música que no es una banda sonora. Él tiene esa visión multidisciplinar del arte.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.