José Luis Temes conversa con Sergio de los Cobos, junto al equipo técnico en el claustro de San Gregorio.

Paseo musical por el museo donde nadie sonríe

José Luis Temes graba en el Colegio de San Gregorio el dvd de su 'Proyecto LUZ' dedicado al compositor vallisoletano Luis de los Cobos

Victoria M. Niño

Valladolid

Martes, 5 de abril 2022, 00:08

Vivió medio siglo fuera de España y en cada visita a su ciudad Luis de los Cobos (Valladolid 1927-Ginebra, 2012) visitaba el Museo Nacional de Escultura. El compositor vallisoletano sentía que aquellas tallas policromadas narradoras de la pasión concordaban con su ánimo. Concluyó que era el único museo del mundo donde nadie ríe. El director de orquesta José Luis Temes ha elegido ese escenario para el documental que graba sobre el músico.

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'Cursus vitae', será el décimo tercero de su 'Proyecto LUZ. Sinfonismo español iluminado', una serie de dvds sobre compositores españoles cuya obra grabó con distintas orquestas en formato cd y ahora añade imagen y palabra para difundir un legado poco conocido.

Este es el tercero de la serie, junto a 'Manrique, Sorolla, el mar...' dedicado a Manuel Manrique de Lara, y 'In memoriam Fernando Zóbel', sobre José Luis Turina, grabado en un museo. El primero fue en la Casa de Sorolla de Madrid, y el segundo en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca.

Durante dos lunes consecutivos las cámaras de Julia Rodríguez y Marta Berzal han recorrido las salas de San Gregorio y las calles de Valladolid. El hijo músico del compositor, Sergio de los Cobos, también participa así como Alberto Campano, director en funciones del Museo.

«Mi padre mantuvo una estrecha relación con Valladolid, de amor y cierta angustia», dice Sergio, pianista y profesor. Con una infancia marcada por la temprana orfandad –en 1936 el padre del compositor muere fusilado y su madre le sigue meses más tarde–, Luis fue bachiller en el Instituto Zorrilla, estudió violín con José María Aparicio, se licenció en Derecho en la Universidad de Valladolid y se doctoró en Madrid. Pero como recuerda su amigo Juan Bautista Varela en el libro que le dedicó el Ayuntamiento, «Luis no puede acceder a ninguna oposición pues se le niega la concesión del certificado de adhesión al régimen dados los precedentes familiares». A partir de 1952 amplia estudios de dirección en Roma, Salzburgo y París, en cuyo conservatorio conoce a la cantante rusa Galya Lesovskaia, con quien contrajo matrimonio.

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En su ciudad dejó amigos con los que nunca perdió el contacto como Luis Alarcos Llorach, Ángel Torío o el propio Bautista Varela. Violinista en los cafés de Valladolid y miembro fundador de la Orquesta Sinfónica Municipal, comenzó pronto a componer, actividad que le acompañó toda su vida. En 1951 en el Teatro Carrión estrenó su primera gran obra, un poema sinfónico sobre la obra homónima de Antonio Machado, 'La tierra de Alvargonzález'. «Yo adoraba a Machado y me dolía Castilla», decía Luis de los Cobos.

Su vida profesional transcurre desde 1954 en la Organización Internacional del Trabajo como traductor y desde 1958 en el Organismo Internacional de Energía Atómica en Viena. La amistad con el director Ernest Ansermet alimenta su obra musical.

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Metódico y curioso

Sergio recuerda a su padre como un hombre muy curioso, interesado por muchas cosas, coleccionista de diapositivas de obras de arte a las que luego ponía música en sesiones domésticas con sus amigos.

José Luis Temes grabó la obra sinfónica del compositor con la Orquesta de Castilla y León. «Es un tópico sobre la música de Luis calificarla de introspectiva, angustiosa, a veces dramática, pero es cierto. Ya desde los títulos como 'El pinar perdido', 'Cursus vitae', 'Agonía recurrente', 'Concierto de los cercos' o 'Jungla' su música anuncia el polo opuesto a la alegría y apunta una mirada al ser humano y su ansiedad de existir, lo cual no obsta para que de vez en cuando haya un rayo de luz entre sus pentagrama sobre todo cuando reflejaba el mundo de los niños. Es curioso como la nana del tercer tiempo de la sinfonía 'Cursus vitae' supone un remanso de luminosidad.Amaba profundamente todo lo relacionado con los niños quizá porque careció de infancia, como solía decir».

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Ese carácter taciturno encontró acomodo entre las tallas barrocas del Museo Nacional de Escultura donde casi nadie sonríe porque «son imágenes que miran hacia dentro», apunta Campano. Probablemente sea ese el lugar del estreno del documental, en el mes de mayo.

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