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Paco Ibáñez saluda al público al salir al escenario del Teatro Calderón. CARLOS ESPESO

Paco Ibáñez, el joven trovador de 88 años que llena el Calderón en Valladolid

El cantautor ofrece un recital que ensalzó el poder de la poesía y recordó su primera visita a la ciudad, en 1968

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 4 de diciembre 2022, 00:23

«¡Paco, valiente!», le gritan a Paco Ibáñez desde el patio de butacas cuando el cantante apenas se ha sentado en el centro del escenario del Teatro Calderón, en silla negra sobre alfombra roja. «¡Ole!», responde el joven trovador de 88 años, con su ... eterno traje de luto, su melena despeinada y en brazos una guitarra que levanta para saludar al público en su nueva visita a Valladolid.

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«La primera vez que vine a esta ciudad, llegó un policía que quería que hiciera de chivato. Pedía que las luces del gallinero estuvieran encendidas. Y me negué. Si se encienden las luces, yo no canto. Y al final canté», recordaba este sábado Paco Ibáñez. Aquel episodio ocurrió el 15 de noviembre de 1968 en el Teatro Carrión, en una velada junto a Xavier Ribalta.

Fue un «éxito rotundo», como recogía la crónica de J. A. Rodero en El Norte de Castilla. El periódico recogía además, en pleno franquismo, esa presencial policial. «A la salida, tres 'jeeps' de la Policía Armada hacían vigilancia y tuvieron que intervenir para disolver algunos grupos», contaba el diario de aquella primera vez de Paco Ibáñez en Valladolid. Meses después, el 2 de diciembre 1969, ofreció su mítico concierto en el Teatro Olympia, que le consagró como una de las grandes figuras de la canción protesta. Aquella noche quedó registrada en un doble disco y se cerró con veinte minutos de ovación. Paco recuerda que «más importante que cantar, era estar ahí juntos».

Este sábado, 53 años y un día después, el espíritu de aquella actuación del Olympia sobrevoló Valladolid e inspiró el nuevo recital de Paco Ibáñez, con menos voz de la recordada, pero con la palabra intacta y la intención afilada.

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Como cuando interpreta 'El pastor desesperado', una canción anónima del siglo XVI que dedica al Papa («para que se entere de que no todos creen en sus cuentos chinos») o 'Soldadito boliviano', poema de Nicolás Guillén ofrecido al Che Guevara.

El Calderón, instantes antes de comenzar el recital de Paco Ibáñez. CARLOS ESPESO

Acompañado en el escenario por el guitarrista Mario Mas y sin la muleta de una partitura en el atril, Paco Ibáñez tira de humor ante los olvidos. «¿Cual venía ahora?», pregunta si pierde el hilo. «¿En qué tono va esta?», cuestiona antes de arrancar el primer acorde a la guitarra. La letra se le escapa un instante en 'Nos queda la palabra'. «¡Qué rabia me da!», se lamenta, mientras el público corea su nombre y le aplaude a rabiar. Son tan solo unos despistes de un concierto cercano, donde el cantante valenciano repasa sus grandes éxitos y los trufa de recuerdos y vivencias.

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Nació en Valencia en 1934 y con apenas cuatro años se marchó a vivir a un caserío cerca de San Sebastián. Allí, «donde las vacas y bueyes solo hablaban euskera», aprendió un idioma en el que interpretó un tema de Xabier Lete y 'Pello Joxepe', una canción popular que su madre («una vasca fina, pues») le cantaba a modo de nana. Joxan Goikoetxea le acompañó en estos temas en euskera, que fueron seguidos por otras canciones en gallego, como 'Chove'.

Georges Brassens y Goytisolo

En 1948 abandonó España y se instaló en París cuatro años después («¡cómo pasa el tiempo»!), donde su padre, un ebanista valenciano de las juventudes anarquistas, vivía ya exiliado. «Mi padre hacía cajones de radio y yo le ayudaba. Hasta entonces, había escuchado las canciones de Jorge Negrete pero, cuando salía por las calles de París, en todas las casas se escuchaba a Georges Brassens. Fue así como descubrí al gran trovador, al Juan Sebastian Bach de la canción. Brassens era el rey del mambo», dice Ibáñez antes de interpretar 'Pobre Martín, pobre miseria' y 'La mala reputación', con el público coreando el final de cada estrofa.

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Le ayudan también con los temas musicados de José Agustín Goytisolo: 'Érase una vez un lobito bueno', 'Me lo decía mi abuelito' y, especialmente, 'Palabras para Julia', que arranca aplausos solo con la presentación y cuenta con una parte interpretada a capella por los espectadores, a quienes Ibáñez anima a entonar mejor: «»Pero coged el tono, el tono!», les decía.

El concierto comenzó con 'Es amarga la verdad', regaló también 'Canción de jinete', de García Lorca («una de las primeras canciones que hice;se me metió Andalucía dentro de fabricar castañuelas con mi padre) y hubo un alegato contra el inglés, «un idioma que no me gusta porque quiere fagocitar todos los demás. Yo le digo:'English, para'». Los bises se reservaron para 'Andaluces de Jaén' y 'A galopar', con los que Paco Ibáñez demostró de nuevo, en Valladolid, que con 88 años todavía tiene palabras pendientes por cantar.

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Actuaciones anteriores

Si el cantante se estrenó en Valladolid en 1968, la ciudad tuvo que esperar más de diez años para volverlo a disfrutar. Fue en abril de 1979 (con Franco ya muerto y sin policías tras el telón). Las entradas para verlo en el Calderón se agotaron en menos de 24 horas. Aquel día, interpretó 'Me queda la palabra', 'Y ríase la gente', pero también varios temas de Georges Brassens, de quien estaba entonces preparando un disco de versiones. El recital, como el de este sábado, terminó con 'A galopar'.

Hubo que esperar casi otros diez años (18 de diciembre de 1988) para volver a escuchar en directo a Paco Ibáñez en Valladolid. Entonces, actuó en el polideportivo Huerta del Rey con nuevo disco bajo el brazo ('Por una canción'). «Cuando vine a Valladolid por primera vez, vine con estas dos manos y vuelvo con las mismas manos. Uno siempre es el mismo», dijo entonces. Lo volvió a demostrar en junio de 1993, con un concierto en el Palacio de Santa Cruz (que se retrasó tres días por culpa de la lluvia que cayó en la primera fecha señalada), y, de nuevo, este sábado de 2022 en el Teatro Calderón.

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