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«A mí no me gusta el folk». Esta es la sorprendente carta de presentación del vallisoletano Paco Díez, el fundador de la Bazanca, grupo referente de la música tradicional castellana que acaba de celebrar sus 40 años de trayectoria. Y remata la jugada con ... otra provocación: «El purismo no me gusta nada. El pureta se equivoca, porque en la tradición siempre hubo evolución».
En realidad, en la trayectoria de la Bazanca ha habido un poco de todo. Díez reconoce que, en los inicios, que se plasman en su primer disco 'A la vega del Duero' (1981), el grupo estaba muy marcado por la influencia que, en esos años y aún después, imprimió el Nuevo Mester de Juglaría en todos los intérpretes de música castellana de raíz. «Entonces el Mester era Dios, Fue el buque insignia. Luego llegaron Joaquín Díaz, Ángel Carril…».
El equipo inicial lo formaron varios amigos que habían coincidido en el Seminario, donde montaron Besana, y, tras instalarse en Pollos, parte de la Misa Castellana que otros grupos como Solanilla grabaron después. Ya como La Bazanca se presentan el 1 de mayo de 1980 en la Plaza Mayor de Medina del Campo.
Enseguida la trayectoria del grupo se lanza a explorar distintos territorios. El segundo disco, 'Canciones sefardíes', de 1983, es pionero en España en abordar de forma monográfica el rico repertorio de esta tradición musical, a la que Paco Díez dedicó también otra grabación monográfica en el año 2000, dentro de su carrera independiente, 'Romanzas de amor sefardíes'. Por esta especialización fue invitado a actuar en el Palacio Real, a finales de 2015, en el acto de homenaje con el que se celebraba la Ley que concedía la nacionalidad española a los sefardíes. Paco Díez guarda varias fotos de este acto en el que se le ve dando instrucciones para tocar la zanfona al rey Felipe VI, que, por cierto, afronta el desafío con una gran seriedad y concentración.
Pero cada nueva etapa de la Bazanca tendrá algo de aventura, en gran medida marcada por la llegada y la marcha de integrantes al grupo. Músicos como José Luis Parrado, Xavier Macaya, o Lucho Medina, entre otros muchos, van aportando modulaciones al trabajo de la formación. Pero la etapa folk propiamente dicha se desarrollará durante la Universidad y la Transición. «Tras acabar Filología Francesa pude irme a trabajar a la Bretaña y allí entré en contacto con su tejido musical, que era alucinante». En aquellos territorios le entra el gusanillo de la innovación, asegura Paco Díez, y comienzan las experimentaciones «porque aquí, en Castilla, nos estábamos quedando en la botella de anís».
Al líder de La Bazanca le gusta incluirse dentro de las músicas creativas de raíz de la Comunidad, un sector musical pujante que en los últimos años ha dado a luz intérpretes y grupos tan solventes como Germán Díaz, Mayalde, Fetén fetén o El Naan, entre otros. Pero las innovaciones de los vallisoletanos han de ser colocadas en su justa dimensión: «Nosotros intentamos respetar ritmo y melodía de los temas tradicionales y a partir de ahí realizamos los arreglos», explica Díez. «Con respeto, pero con el ánimo de llegar a los más jóvenes». Ello supone jugar con las sonoridades, y con los contrastes tímbricos. Un buen ejemplo se ve en el video del 30 aniversario, donde un instrumento andino como el sikus es utilizado para interpretar la melodía de un tema zamorano de Pasacalles y Jota. O el uso de la quijada de burro, procedente de la cultura afroperuana, como elemento de percusión.
La formación actual del grupo, que incorpora instrumentos de viento metal y arreglos de jazz, es, probablemente, la más innovadora en este sentido, hasta el punto de que Díez cree que «por primera vez» están haciendo «algo realmente original». «Y todavía podemos mejorarlo cuando nos rodemos más», asegura. De hecho, de los siete integrantes actuales, sólo cuatro proceden del mundo de la tradición, mientras que los tres intérpretes de viento metal vienen del mundo de la música clásica y el jazz.
«La clave es la curiosidad para buscar nuevas sonoridades e indagar, para vestir nuestra música tradicional de otro modo y acercarla a los jóvenes», recalca Paco Díez. «No podemos quedarnos en que este tema se tocaba de una determinada manera. Está bien saberlo, pero no hay que quedarse ahí».
De hecho, el repertorio tradicional de la música castellana es riquísimo en ritmos básicos y de amalgama, hasta el punto de que no son pocos los músicos que han acudido a este bagaje musical en busca de inspiración. Entradillas, corridos, charradas salmantinas, seguidillas, charro zamorano, habaneras, jotas, mazurcas, pericones… la relación es inagotable. Por ello, el líder de la Bazanca reclama más compromiso de la administración en la defensa de este patrimonio. «Lo ideal sería que hubiera alguna fórmula de apoyo estable», explica, «o apoyar con conciertos».
El recorrido por esta trayectoria no puede concluir sin hacer mención de una de las facetas más destacadas de Paco Díez, la de coleccionista de instrumentos musicales. Varios centenares de ellos procedentes de todo tipo de países se reúnen en su Aula Museo de Mucientes. Entre ellos, y sólo a modo de ejemplo, unas sorprendentes launedas de Cerdeña, un precedente de la gaita tradicional, pero sin bolsa de aire, que ofrecen la misma rotunda sonoridad, si bien con más esfuerzo del intérprete. Una iniciativa la suya completamente privada y que también cuenta con salas de audiciones para ofrecer conciertos periódicamente.
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