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claudia carrascal
Valladolid
Domingo, 10 de abril 2022, 00:10
La Capilla Dorada del Monasterio de Santa Clara en Tordesillas es el hogar del órgano Realejo, que esconde un sinfín de incógnitas. Una pieza de indudable antigüedad, pero de la que se desconoce su datación concreta, así como su autor. La exposición conmemorativa de Carlos ... V en 2017 hizo que se retirara de la capilla tanto este órgano como un virginal y fue entonces cuando Patrimonio Nacional dio los primeros pasos para iniciar el estudio de ambos instrumentos.
Los expertos de los talleres de Palacio Real se encargan de restaurar la caja de El Realejo, que está «bastante deteriorada, ya que tiene mucha carcoma y le falta una pata», asegura Ángel Balao, responsable de Patrimonio Nacional. Por eso, el primer paso será realizar un tratamiento de anoxia para eliminar los posibles insectos xilófagos que pueda haber. «Este tratamiento, que suele durar un mes, es casi lo más importante», expone.
Posteriormente, se realizarán nuevos análisis y radiografías con técnicas de infrarrojos y luz ultravioleta para determinar las siguientes acciones que deben acometerse. Todavía no se ha decidido el tratamiento que se empleará sobre la policromía y «hay que ver cómo responde a la limpieza y a las pruebas de pintura», subraya.
Todas estas intervenciones también podrían aportar datos valiosos sobre las policromías anteriores, en caso de que existan. Asimismo, hay fragmentos de tela y al desmontar el instrumento podrían aparecer inscripciones o firmas que den pistas sobre la fecha, la zona de construcción o el autor de la obra. La parte interior del fuelle también puede aportar información interesante.
«Creemos que las reparaciones se han limitado al exterior, por lo que en el interior podría haber papel de la época de construcción, como por ejemplo de una biblia». Por último, se colocarán prótesis de madera para reforzar el instrumento, una de ellas en la pata para que tenga la estabilidad necesaria. Se trata de un órgano pequeño que no causa problemas a la hora de manipular o desmontar y no esperan grandes dificultades en la restauración.
El objetivo es que El Realejo esté listo este año. Sin embargo, advierte de que «no hay prisa. Si encontramos alguna dificultad, el proceso se alargará». Además, recuerda que al ejecutar una parte de la restauración en los talleres de Patrimonio Nacional «esta intervención está supeditada a retrasos si surge una obra importante o una exposición».
Balao comenta que no es habitual que se conserven instrumentos de este tipo por sus características físicas. A ello se suma su antigüedad y que apenas se ha restaurado en sus varios siglos de vida. «Está bastante puro y encierra tantos interrogantes que es de gran interés a nivel de estudio», dice.
Por el momento, tan solo se sabe que la policromía es posterior al siglo XVI, pero «esto no significa que el órgano también lo sea, porque la han podido rehacer». Eso sí, argumenta que «es bastante probable que no perteneciera a la reina Juana, sino que llegó al convento como donación de alguna de las monjas que al ingresar lo llevó como parte de la dote». No obstante, dependiendo de la fecha, cabe la posibilidad de que la reina lo tocara.
En cuanto a la restauración musical, el organero Óscar Laguna explica que se está realizando un estudio en profundidad, ya que se trata de un instrumento «bastante enigmático» que hasta la fecha no se había podido analizar. Los primeros pasos han ido encaminados a la investigación de las marcas de origen de los tubos.
Por el momento, no han podido identificar autor, escuela o época, pero si han encontrado un dato curioso, y es que dentro de las tablas que forman el mueble están grabadas algunas referencias de longitud y diámetros de los tubos. Unas medidas que están comprobando para ver si pertenecen a este órgano o son de otro diferente. Se observa un importante desgaste del teclado, con una gran holgura en las teclas, así como un deterioro acusado de los fuelles. Signos que demuestran que durante un tiempo se le dio un uso habitual. Los órganos eran una parte cotidiana de la liturgia en templos y monasterios, una tradición que ya solo se mantiene en aquellos que cuentan con un número reseñable de curas o monjas. Además, aunque este es de proporciones muy modestas, con una cámara de dos metros y una altura de 1,8, menciona que estos instrumentos son un exponente de prestigio, riqueza, poder y alto nivel cultural, musical y artístico.
El virginal de 1579 no ha corrido la misma suerte porque los análisis han desvelado que «no parece viable su restauración musical». Ambos instrumentos volverán a su lugar de origen, el Monasterio de Santa Clara en el municipio de Tordesillas. Eso sí, por el momento, se desconoce la ubicación exacta porque la Capilla Dorada «no es el lugar más adecuado por los problemas de humedad». Ambas piezas podrían estar una temporada en el Museo de las Colecciones Reales de Madrid.
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