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Su carrera musical no pasó por Valladolid, ni siquiera por Castilla y León hasta ahora. El nuevo flauta solista de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, Ignacio de Nicolás, es soriano. Tras 25 años con un solo profesor de la comunidad, la OSCyL avanza ... en su treintena superando la media docena. El sucesor de Dianne Winsor al frente de los traversos ha tocado en las antípodas neozelandesas y en varias orquestas españolas.
Nacho comenzó en la Escuela de Música de Soria. Crecido en una familia sin antecedentes, de seis hermanos, dos se dedican profesionalmente a la música. Su hermana pequeña es profesora de guitarra en la citada escuela. «Quise estudiar piano, pero en el conservatorio solo había plaza de flauta y contrabajo. Enseguida me enamoré de la flauta gracias a Rafael Clemente, un gran pedadogo que marcó una generación de flautistas. Desgraciadamente murió pronto, en 2022», lamenta De Nicolás.
El ciclo superior lo inició en Barcelona, donde fue alumno de Vicens Prats (solista de la Orquesta de París), y después, de Juana Guillem, profesora de al Orquesta Nacional de España en Madrid. Pero será en La Haya donde culmine su formación además de cursar el master, con Emely Beynon, flauta principal de la Royal Concertgebouw. «Para entrar en La Haya había 70 alumnos, ya aquello era una audición como las de una oposición. En la vida de un músico se dan situaciones en las que tocas dos minutos y te la juegas Hay que estar muy preparado pero también tener suerte».
A partir de 2002, hizo sustituciones en la OSCyL. Entre sus primeros recuerdos de la OSCyL, ser 'conejillo de indias' en una clase magistral de Emmanuel Pahud. En 2013 el virtuoso suizo llenó la sala de cámara del Miguel Delibes una mañana de sábado. Vinieron flautistas de toda España. En el escenario se sucedieron Fátima Jiménez, André Cebrián y Nacho.
«Le conocía, me gustaba y es un gran maestro pero no fue algo cómodo. Me había llamado Dianne y conocía a Pablo Sagredo (primer castellanoleonés de la Sinfónica)nacido en la comundaid. Me invitaron y sabía que lo tenía que aceptar porque era bueno para mí, pero no cómodo».
Su vida profesional ha transcurrido en la Sinfónica de Extremadura y la Oviedo Filarmonía antes de dar el salto intercontinental a la Sinfónica de Nueva Zelanda y Filarmónica de Malasia. Su mujer es chelista en la orquesta extremeña.
«Mi hija mayor nació en Badajoz, la segunda en Oviedo. Mi familia es muy echada para adelante y estuvimos fuera cuatro años». Ahora esas dos niñas hacen amigos en Valladolid.
Lo que destaca de la OSCyLson «las ganas de mejorar y la ilusión. La de Nueva Zelanda es una orquesta muy buena, con mucho dinero como las de Estados Unidos, pero hay cierta desidia entre los músicos. Aquí eso no lo he visto, hay un entusiasmo creciente, más con Jesús al frente, y ahora con el proyecto de la Joven OSCyL».
A raíz de estar aquí se ha dado cuenta de «los muchos y buenos músicos de la comunidad que están en orquestas del mundo de primer nivel».
Siempre quiso formar parte de la masa orquestal, «en Soria estamos muy acostumbrados a la banda municipal que dirige José Manuel Aceña. Tocas en conjunto desde pequeño», pero sabe que la cámara es buena para todos, por eso celebra que se esté reactivando en el Miguel Delibes.
Aunque en La Haya le tentó la música antigua, «me hubiera gustado, pero no tenía tiempo porque hice todo el ciclo superior allí».
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