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Casi seis décadas median entre las dos obras de Richard Strauss que interpretará la Orquesta Sinfónica de Castilla y León esta semana. Su poema sinfónico 'Muerte y transfiguración' lo compuso con 25 años «en ella encuentra su voz», apunta Christoph Koncz, director que debuta en el Miguel Delibes. 'Dúo-concertino para clarinete, fagot, orquesta de cuerdas y arpa' es la última obra instrumental del compositor bávaro, cuando tenía 83 años.
Las compañeras del también violinista en el Filarmónica de Viena, Andrea Götsch y Sophie Dervaux, serán las solistas. «Tenemos muchas ganas de tocar esta obra porque se programa poco.Quizá el público la descubra con nosotros», dice ilusionado el músico. En la segunda parte del concierto, la 'Séptima' de Beethoven, «que fue estrenada en Viena. Richard fue también un importante director que dirigió muchas veces esta sinfonía así como su mentor, Hans von Bülow. Es una buena combinación alemana esta 'Transfiguración' de finales del XIX y este 'beethoven' de comienzos del mismo siglo. Los dos grandes compositores de la ciudad se unen allí, donde se estrenaron la 'Séptima' y la 'Octava' en uno de los conciertos más exitosos en la vida de Beethoven».
Christoph Koncz (Konstanz, 1987) recuerda que «aunque ya había compuesto 'Don Juan', 'Muerte y Transfiguración' es una obra clave en el catálogo de Strauss». «Encontró su camino entre el poema, la emoción y la estructura musical. Se imagina a un artista en su lecho de muerte. La introducción está dedicada a la respiración de un enfermo que rememora su infancia. Se debate entre la vida y la muerte, hay un tema que se repite pero del que solo se escuchan fragmentos porque es el ideal que persigue el artista y nunca logra. Solo sonará completo al final, cuando muerto ya, lo completa en otra dimensión. Es una obra que dirigió el propio compositor las primeras veces que se tocó y fijó cómo quería que sonara».
El 'Dúo-concertino' es «ejemplo de su estilo tardío. Las armonías flexibles fluyen, está inspirado en un cuento de Andersen, en una princesa atemorizada por un mendigo en unos casos, un oso, en otros. La escribe como para sí, no con la intención de dejar un legado, no pensando en el público».
Koncz grabó con Les Musiciens de Louvre todos los conciertos de violín de Mozart y mantiene el vínculo con las formaciones historicistas. «No renuncio a ningún estilo ni faceta de la música. Me interesa tanto el barroco, como el clasicismo, el romanticismo o la música contemporánea», cuenta quien toca el violín de Mozart. «Es su instrumento, el que tocaba en la Orquesta de la Corte y con el que presumiblemente compuso sus conciertos. No puedo sacarlo de la Fundación de Mozart, que me lo cede, y cuando practico, hay al menos dos personas cerca».
Koncz ha visto llenarse de nuevo las salas de conciertos. «La experiencia de la música clásica en vivo no puede ser sustituida ni recreada con nada. Permite compartir emociones».
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