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De riguroso negro para la clásica, con coloristas camisas estampadas en el jazz, pero el mismo músico en el escenario. Michel Camilo viene al auditorio Miguel Delibes para recordar a su amigo Jesús López Cobos con un programa que le gustaba al toresano. «Siempre me ... pedía que tocara en ambas partes del concierto, algo que no suele hacerse», rememora el pianista dominicano. A las órdenes de Andrés Salado y con la Sinfónica de Castilla y León, de la que el maestro zamorano era titular honorífico, interpretará su 'Concierto nº 1' y 'Rhapsody in Blue', de Gershwin en una propuesta que aúna la clásica y el jazz latino del galardonado músico.
«Nos conocimos en el Festival de Santander. Jesús necesitaba un pianista para el 'Concierto' de Ravel y yo lo había tocado con la OBC en el Auditori. Alguien le dio la crítica y, sin conocerme, me invitó a Santander. Desde el ensayo nos hicimos amigos. Luego toqué muchas veces con él al frente de la Orquesta Nacional de España y de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Además de estas obras, le gustaba mucho que tocara las 'Bachianas brasileiras nº3', de Villa-Lobos», recuerda el pianista dominicano.
Del Caribe a Nueva York
Formado en la clásica, como su amigo Paquito D'Rivera que pasó por esta misma sala hace un mes, descubrió el jazz a los catorce años. «Mi primo tenía una colección de discos y un programa en la radio. Me di cuenta del conocimiento armónico y de las variaciones en ese estilo. Empecé a investigar y vi que había el jazz de la costa oeste, de la del este, de Nueva Orleans, de Chicago, de Detroit, cada sitio y tiempo tenía un sonidos, el bebop, el ragtime, el freejazz... muchas escuelas y es una música de solo un siglo, el XX», recuerda.
«El jazz es la creación al instante, la improvisación, es como ser compositor al nanosegundo, tener reflejos al millón, hay que pensar en tiempo y espacio. Para eso hay que dominar el instrumento, para poder comunicar lo que se te va ocurriendo pero a la vez conociendo el final.Lo que tocas debe tener una arquitectura, un principio y un fin».
El concierto de Camilo que sonará este viernes y que «tanto gustaba a Jesús», fue un encargo de Leonard Slatkin, otro director que recientemente pasó por Valladolid. «Tras actuar en el Lincoln Center con las hermanas Labèque, me iba al Blue Note con mi trío, hacía doblete. Slatkin fue a escucharme a ambos y sabía que había hecho estudios de composición. Me preguntó que qué podíamos tocar juntos. Yo le ofrecí varios conciertos clásicos de mi repertorio y él me animó a hacer uno propio. Le pedí un año y así fue, al cabo lo había terminado. Lo he tocado 127 veces por todo el mundo, al menos la mitad, con él dirigiéndome».
«Ese concierto es mi autobiografía sonora. Comienza en el Caribe, la música de mi niñez, la vida en el centro de la isla, verde, en espacios amplios. Tiene el ritmo del tambor africano, también hay vientos, viento-madera sobre todo. El primer movimiento es una gran fiesta caribeña, con armonías de jazz, en las que resuenan mis raíces musicales. El segundo movimiento contiene una melodía romántica, mi sentimiento nostálgico por la emigración a Nueva York, buscando una nueva vida. En 1979 fui allí para continuar mis estudios de posgrado. Refleja lo que es cambiar de cultura, dejar a tu familia y perseguir tus sueños. El tercer movimiento es el encuentro con la gran urbe, con Nueva York, con un mundo lleno de posibilidades. Tiene dos partes una hacia adelante y otra hacia atrás, separados por un solo de percusión. Desde los 16 años tocaba el piano y la percusión en la Orquesta de la República Dominicana. Así que en medio del movimiento hay una melodía de recuerdo para estos otros instrumentos. La obra completa es un 'tour de force'».
Tomatito y Martínez-Lázaro
El Camilo de Nueva York cultivó sus raíces a través del jazz, «fue mi manera de no perder la identidad, de no diluirme en ese cosmos como en un caldero. O te diluyes y te adaptas o tratas de ser tú y buscar un sonido original. De ahí surge el orgullo por tu cultura y la mezcla, el mestizaje. Nunca quise elegir entre el jazz y la clásica, como decía Duke Ellington hay buena música y el resto. Yo soy muy crítico con lo que hago, es importante mantener el listón alto. Pero vivimos el comienzo del siglo XXI. Gershwin por ejemplo acercó el jazz a las audiencias de la clásica, también Stravinsky o Bernstein se sintieron fascinados. Debemos mantener al público interesado y estos experimentos hacen que la música crezca», explica quien encontró en Tomatito otro aliado para sumergirse en el sonido flamenco. Con él grabó dos discos, 'Spain' y 'Spain Again'.
El compositor de bandas sonoras como la de 'Amo tu cama rica', de Martínez-Lázaro, es ahora protagonista de películas. Atesora Grammys, unEmmy y dos Premios de la Música. Le encanta enseñar, acercar lo aprendido a los nuevos músicos, a los que siempre advierte; «El músico toca notas, el artista, el alma».
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