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El grupo de metales y percusión de la OSCYL propuso un recorrido por distintos lugares del auditorio, buscando, no solo el encuentro con el público, sino también, experimentar con la arquitectura de algunos lugares no habituales que ofrecen acústicas diferentes.
El conocido gestor cultural, Miguel ... Ángel Pérez Martín, presentó el concierto indicando los distintos espacios donde se desarrollaría, además de dedicar unas breves palabras a los protagonistas.
En primer lugar los músicos nos esperaban en el foyer del auditorio, donde escuchamos las 'Señales del cielo' de Takemitsu, un compositor que ha sido puente entre la música oriental de su Japón natal y la música de occidente. Su original modo de componer, está siempre atento a la naturaleza y es fiel a un estilo 'circular' que envolvió la primera parte del concierto con las citadas piezas ,comenzando por las relacionadas con lo diurno y cerró la primera parte con las nocturnas. Entre este sutil manto forjado como 'fanfarrias antifonales', asistimos al estreno absoluto de la obra 'Bebenias' de la compositora vasca Zuriñe Gerenabarrena. Discípula de Carmelo Bernaola y del italiano Franco Donatoni, la autora expone en la obra referencias armónicas alimentadas en los propios timbres con los que construye un entramado equilibrado que busca, sonoridades originales en los metales, jugando con volúmenes y dinámicas.
OSCyL Recitales y Música de cámara. Grupo de Metales y Percusión de la OSCYL
Director: Mark Hampson
Obras de: Obras de Takemitsu, Zuriñe Gerenabarrena (estreno), Giovanni Gabreielli, Bruce Broughton, Wagner, Piazzolla y Duke Ellington. Sala de Cámara del Auditorio Miguel Delbies
Esta primera parte se completó con la 'sonata XVIII' de Giovanni Gabrielli que encajó sin dificultad con las obras del siglo XX, a pesar de haber sido escrita hace más de trescientos años.
La siguiente cita fue en la sala de cámara. Allí escuchamos las 'Fanfarrias, Himnos, Marchas y Finale', para metales y percusión, de Bruce Broughton, un compositor versátil, que ha estudiado todos los géneros y que goza de un bien merecido prestigio confirmado en esta obra, de escritura espléndida, sólida en los principios y rica en su estructura armónica. Fue sin duda, lo mejor del concierto.
La última parte fue en los alrededores de la cafetería del auditorio. Allí nos esperaban autores como Wagner con 'La procesión de Elsa a la catedral' de Lohengrin, o Piazzolla con piezas tan conocidas como 'María de Buenos Aires' y la inolvidable 'Fuga y misterio' que sonaron con empaste exquisito en el arreglo para metales de Steven Verheist y con excelentes interpretaciones de los solistas de cada grupo del Ensemble, muy bien concertados siempre por el joven Mark Hampson, un director experto en este tipo de formaciones. Disfrutamos del encaje fugado de Piazzolla, con sus sórdidos ecos urbanos, que han transformado el tango en un universo complejo, lejos ya de sus raíces.
El final, fue una versión de 'Caravan', de Duke Ellington con arreglo excelente de Richard Bissill. La síncopa cobró fuerza y la pieza tomó altura. La percusión, que había sustentado las piezas del concierto, pasó al primer plano en la propina, con Tomás Martín que, con las castañuelas, se convirtió en protagonista de una original versión del 'Intermedio' de la zarzuela 'La boda de Luis Alonso', de Jiménez. Tomas Martín obtuvo diferentes sonidos de factura bien ahormada y cosechó merecidos aplausos al cierre de este inusual concierto.
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