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Pidió que le dejaran el artefacto en una feria francesa y se enamoró del instrumento, el nyckelharpa, una suerte de vihuela de arco, de zanfona sueca. Había lista de espera para que un luthier le construyera el suyo, así Nano Stern tardó tres años en ... tenerlo. Este domingo ofrece un concierto junto a Jon Wasserman, con su vihuela y su guitarra barroca. Si vinieran con todos los instrumentos que frecuentan, necesitarían un camión.
Stern (Santiago de Chile, 1985) conoció a Joaquín Díaz hace cuatro años, por una canción que le enseñó su pareja abulense porque le gustaba a su padre, 'Los milagros de San Antonio'. «Enseguida busqué su trabajo. El folclore de todo el mundo tiene algo en común. Le fui a conocer a Urueña. La siguiente vez, yo estaba en Almagro tocando en una representación de 'La vida es sueño' y vine al simposio con Javier Ruibal. Y a raíz de ver el nyckelharpa, Joaquín pensó que sería buena idea hablar del instrumento y hacer un concierto en esta edición sobre el teclado. Es un poco irracional, volaré Santiago de Chile-Urueña para pasar dos días y en los últimos dos meses he viajado un par a España, pero no podía perdérmelo», explica el también cantautor.
De la música antigua española, su ídolo en Juan del Encina, «si hubiera pósters de él tendría uno en casa». Quien percibe la música como un continuo que se expresa en distintos dialectos, «hay intersecciones entre cantautoría y folk, hay vasos comunicantes entre la tradición oral y la música antigua, lo mismo que entre la canción de autor y el rock», vive fascinado por la medieval. «La música antigua habla desde un lugar prístino y natural, de forma sencilla y desde la belleza, de una forma directa, con la dialéctica de las emociones. Esa relación estrecha con la música popular se pierde después de Bach y Haendel, se va alejando con nuevos instrumentos, notaciones, orquestas, y alcanza su máxima distancia con Wagner».
El V Simposio Academia de Música Antigua que se celebra en Urueña este fin de semana pone 'El teclado a examen'. Organizado por la Fundación Joaquín Díaz, esta acogerá el concierto del día 3, mientras que las sesiones académicas se celebrarán en la Bodega Heredad de Urueña. Rafael Marijuán inaugura a las 11:00 h. del sábado el congreso con la ponencia 'Una escuela castellana de construcción de claves'. Le seguirá Joan Josep Gutiérrez, quien hablará de 'Muzio Clementi y el pianoforte'. A las 16:30 h. Luis Delgado moderará una mesa redonda en torno a 'El intérprete ante el teclado' en la que participarán Antonio Baciero, José Ignacio Palacios, Berchtold Soergel y Ana Caramanzana. Cierra el día el concierto de Miriam Gómez-Morán. El domingo estará dedicado a visitar los museos y la Fundación. A las 20:00 h. Nano Stern y Jon Wasserman ofrecerán un concierto abierto al público en la citada bodega.
Empezó a los tres años con el violín, siguió con las guitarras y la voz, hasta el enamoramiento de esta singular vihuela. «Afortunadamente los instrumentos son seres inanimados, necesarios para la creación de la música pero sin ser la música. Me maravilla el ingenio humano ingente que hace falta para crear tantos artefactos que mueven el aire en una tesitura que nos parece hermosa. Son máquinas para modificar la vibración del aire pero la música está más allá, se accede a ella de muchas maneras, algunas muy sencillas».
En Urueña tocará con Jon Wasserman, neoyorquino afincado en Madrid, que toca laúd, vihuela, tiorba, banjo, ukelele, mandolina y sitar. «Nos conocimos por las redes y hemos estado juntos una vez, este será nuestro estreno musical juntos, el nacimiento de una relación que dará más frutos», cuenta Stern, también poeta.
Está de gira en Chile con su noveno disco de estudio, 'Aún creo en la belleza', un homenaje a Víctor Jara, «cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado y de su asesinato. Creo que era el momento para reivindicar su legado. En realidad no rescatamos canciones un poco olvidadas, sino nosotros nos revitalizamos con ellas. Hay una canción suya, la última, que se conoció póstumamente, 'Manifiesto', compuesta en un contexto extremo y es la respuesta no de odio sino vestida de humanidad, la de un alma dispuesta a darlo todo por la 'verdad verdadera' y su idea de que el amor mueve todo. Es un mensaje de aquel momento que lo trasciende», narra el músico chileno.
«Muchas veces nos vemos envueltos hoy en una abundancia material y una saturación de estímulos que nos adormecen y nos permitimos el lujo de volvernos idiotas. Creo que la música y la poesía tienen una dimensión colectiva que no debemos dejar de aprovechar».
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