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Ha dirigido varias veces a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, en una jornada de puertas abiertas, en el homenaje a su padre, Jesús López Cobos, en el concurso Frechilla-Zuloaga, y esta semana será su primer programa de abono ... en el Miguel Delibes. Ni el jet-lag, ni el cansancio, pudo con su impresión al subirse a ese podio. «Me emocionó ver a tantos músicos juntos, hace un año que no era posible. La ampliación el escenario es una gran idea», dice François López-Ferrer.
El maestro suizo tiene ante sí tres hitos del romanticismo, con dos compositores encontrados. «'Oberón', de Von Weber, es la primera gran ópera romántica, su última obra ya que murió pocos meses después del estreno. Se ve claramente una de las grandes aportaciones de esta corriente, la caracterización de los personajes a través de temas», explica. Por su parte «Liszt llamó a estos 'preludios' poema sinfónico. La estructura musical clásica ya no le sirve como punto de partida. El romanticismo pone al música al servicio de las emociones y Liszt divide su obra sinfónica en cinco partes cuyo título da idea de lo que quiere contar: 1. Presentación, 2. Amor, 3. Tormenta, 4. Tranquilidad y 5. Batalla y victoria. En muchos sentidos sigue la 'Pastoral', de Beethoven en la estructura. Básicamente es una autobiografía de Liszt».
Y frente al moderno padre de pianismo, el compositor que acarrea la fama de conservador, Johannes Brahms. «Su concierto de violín rinde homenaje a Beethoven. Ambos son en re mayor, el fraseo inicial es el mismo subida-bajada-subida, la entrada del solo de violín es idéntica, solo les diferencia el drama. Brahms explora sus emociones más profundas hasta llegar a un final optimista».
Brahms, junto a los Schumann y otros músicos, firmó un manifiesto contra la 'nueva música' que representaba Liszt. «No simpatizo con su música ya que contradice todo lo que desde mi juventud he estimado como alimento mental del espíritu de los grandes maestros», escribió el de Hamburgo.
López-Ferrer atribuye el enfrentamiento a la condición de Brahms de «sucesor de Beethoven». «Su música se caracteriza por frases muy largas, por su desarrollo lento. El desafío para director e intérpretes es cómo conectar una frase con otra, cómo sale una de otra. En cambio Liszt fue innovador a través de la armonía, su música está llena de disonancias pero siempre en conexión con la tónica. Con Liszt no sabes nunca dónde estás, cambia de tonalidad con poca preparación, es una música inesperada, está llena de sorpresas».
López-Ferrer perdió a su padre en 2018, un año después a su madre y al mes ganó el concurso de la Sinfónica de Cincinnati, donde es director asistente. Precisamente Jesús López Cobos fue titular de aquella orquesta así como emérito de la OSCyL cuyo podio ocupa François esta semana. «Siento la presencia de mi padre, no es ningún peso. Me fui de Cincinnati con 21 años y volví con 29. Era otra persona, más madura, con experiencia y con la oportunidad de desarrollar una nueva relación con los músicos. Es una orquesta muy alemana, con un sonido oscuro de la cuerda». Su trabajo consiste en ser el segundo del director titular, su suplente en ensayos o conciertos si es necesario además de dirigir los programas de jóvenes. «Acabo de debutar en su temporada con Pablo Sanz Villegas a la guitarra porque no pudo llegar el director invitado. Fue la segunda semana con público. Pero aún trabajamos en formación reducida, orquesta de cámara y romántica».
Popularidad en Toro
Allí llegó tras cinco años al frente de la Sinfónica Nacional de Chile. Así que con tantos viajes, mudanzas y emociones a la espalda, el confinamiento fue para López-Ferrer una suerte de «bendición, me hacía falta tiempo para procesar todo lo ocurrido, mirarme al espejo y preguntarme sobre lo que quiero». Cuando viene a la ciudad de su padre, siempre le sorprende su popularidad, «hasta los jóvenes de Toro saben quién fue, como si se tratara de un jugador de fútbol, es infrecuente eso en la música clásica».
Con la vida entre Cincinnati y Padua, ciudad de su mujer, no le desagradaría una titularidad en España. «Creo que ya tengo experiencia y repertorio suficiente. Pero esas decisiones dependen de muchos factores. Hay orquestas que prefieren alguien con nombre por la imagen que proyecta, otras una figura más fresca. El completo, es difícil de encontrar».
Celebra que los abonados sigan demandando música en director «porque forma parte de su vida, porque es parte de su alimento espiritual».
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