Comenzó en el rock sinfónico en los setenta. Dejó la guitarra por el teclado eléctrico para descubrir las posibilidades infinitas del piano y sumar en sus pequeñas manos jazz y flamenco. Fernando Trueba lo incluyó en su 'Calle 54' y Saura en 'Flamenco hoy'. Chano Domínguez (Cádiz, 1960) interpreta varias de sus composiciones esta semana con la OSCyL. De momento en los ensayos ha sembrado sonrisas y ha puesto en movimiento algo más que las manos de sus colegas.
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–Salta del trío a la formación sinfónica ¿hace usted los arreglos y las orquestaciones?
–Me pidieron una selección de composiciones mías y los arreglos son míos, excepto la orquestación de 'De Cai a New Orleans', a cargo de Lluis Vidal. Cuando la compuse pensaba en una big band. Temas como 'Jacaranda' y 'Mantrería', que ya había grabado en otros discos, son adaptaciones a partir de una composición para el trío. Serán casi 50 minutos de mi música.
–¿Cómo conjuga la improvisación del jazz con la orquesta?
–Es música que tiene una estructura cerrada con partes abiertas para incorporar solos, por eso necesito interacción con mis músicos para poder crear en el escenario. De ahí que haya quitado la tapa al piano y que los tres estemos muy próximos.
–Ha hecho jalear a los violines, los profesores celebran su música aunque jazz y flamenco sean tan inasibles en la partitura. ¿Por qué son tan difíciles los ritmos?
–Trabajar con el ritmo flamenco es un reto para una orquesta sinfónica porque tiene sincopaciones muy rápidas y las distancias físicas entre los músicos son grandes. Cuando el ritmo es rápido requiere una gran precisión, por ejemplo para lo que en flamenco se llama cierre o remate. Esa precisión es más natural en una sección de flamenco que en una orquesta no habituada a estos ritmos. Pero he de decir que estoy muy contento con cómo toca esta orquesta mi música, lo hacen al compás y eso no es sencillo con ritmos de bulerías que cambian a seguiriya para volver después.
–¿Tanto amor al jazz le llevó a vivir en Estados Unidos?
–Hace cuatro años que vivimos en Nueva York y de momento ha sido una experiencia buena para toda la familia. A mí me ha permitido expandir mi música. Tanto en la Juilliard School como en la Lincoln Center Jazz Orchestra puedo compartir con muchos músicos de una ciudad de apabullante desarrollo artístico y eso es muy enriquecedor. La competitividad en el escenario es altísima, por eso si te subes, será solo para tocar. Lo que intento es comunicar la música que se hace aquí y mostrar cómo de esa mezcla e interacción entre dos lenguajes como el flamenco y el jazz se puede trascender y hacer lo que hago con Marsalis.
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–¿Cómo es un profesor que fue autodidacta?
–Explico lo que he aprendido con mi experiencia, cómo manejar el material del 4/4 y la forma de interpretar el jazz con el ritmo flamenco y su color. Tengo muchas cartas que mostrar, cómo mezclar una bulería y un standard, cómo desarrollar las formas musicales del jazz en el flamenco, en definitiva cómo usar esas dos barajas de forma natural.
–¿Hizo del piano un instrumento flamenco?
–No hay instrumentos clásicos, ni poperos, ni rockeros, son solo instrumentos. Los músicos hacen que suenen de determinada manera. Es verdad que el piano viene de la clásica pero es que el flamenco es el pianista que lo usa para transmitir una manera de sentir.
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–¿Existe el jazz o flamenco puro?
–¿Qué hay puro? Elflamenco nació de una mezcla, el jazz también. La pureza está en la sinceridad, en la verdad de tu música. Considero que está bien que estén ahí los puristas y nos recuerden las bases, pero la gente que transgredimos y hemos ido más allá somos los que hemos convertido al flamenco en algo universal, si no, se hubiera quedado en algo arcaico.
–¿El Chano compositor crea al piano o vive en la abstracción?
–Hay de todo, fundamentalmente soy un compositor de los que busca en el teclado jugando, pero en ocasiones me vienen a la cabeza ideas que después me sirven para crear una melodía. Soy como el minero que escarba en busca de piedras bonitas. Cada mañana en casa, estudio, practico, mejoro la técnica y busco en el piano. De esa manera encuentro un motivo rítmico, una melodía, una cadencia armoniosa que me sugiere una composición. También lo que escucho pesa.
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–¿Qué le gusta escuchar?
–Por ejemplo Bach, sobre todo por la mañana, me afina la cabeza para todo el día. Me encanta tocar sus obras, me interesé por él hace una década y me fascina improvisar sobre sus melodías. También me gustan Falla, Granados y Albéniz, y el Tío Bonito y La Perla. Me estimula saltar, ir de unas músicas a otra.
–¿La 'fusión' sirve para todo?
–Hay muchas maneras de acercarse a la música autóctona y sacarle jugo. Depende del músico y el nivel, todos pueden trabajar con este material pero hay quien llama flamenco a ponerle unas palmas a una rumba. No digo más.
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–¿Volverá con Martirio?
–Nos conocemos desde los ochenta, con Kiko Veneno. En 'Coplas de la madrugá' ella tuvo que meterse con un trío abierto. Después grabamos 'Acoplados' y gozó más. En septiembre haremos un disco en vivo dedicado a Bola de Nieve.
–¿Cómo es su relación con los sellos discográficos?
–Me he peleado con todos, no nos aguantamos más allá de un disco (ríe). He tenido mucha suerte, he grabado con los grandes, Sony, CBS, Blue Note, pero son los sellos pequeños con los que me llevo mejor. Con Due Records hice ocho discos. Con Sunnyside grabé uno de piano solo y este año grabamos un concierto con Javier Colina.
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