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El primer recuerdo consciente de su padre dirigiendo fue cuando tenía 12 años; Jesús López Cobos al frente de la Sinfónica de Cincinnati y la 'Cuarta sinfonía' de Bruckner en el atril. Para entonces François López-Ferrer ya tocaba el piano y ... cantaba en coros, «formación al uso», dice. El hijo menor del músico toresano será el último director que ocupe el podio de la Sinfónica de Castilla y León que hoy y mañana honra a su maestro emérito en el tercer concierto de abono. Le precederán Andrés Salado, Lucas Macías y Jordi Casas en este homenaje a la batuta española más internacional.
Los programadores han elegido un repertorio predominantemente germano, con la excepción de Fauré; tres directores jóvenes; una solista que está formándose en la Escuela Reina Sofía –fundada por López Cobos y Paloma O'Shea– y un director coral, que fue su mano derecha en el Teatro Real.
Andrés Salado (Madrid, 1983) será el primer maestro en salir y tiene ante sí la 'Sinfonía nº30' de Mozart. «Conocí a Jesús López Cobos en la Ópera de Viena, cuando yo estaba como director residente. Él es un faro, un adalid de la dirección del siglo XX, la batuta que ha representado a España internacionalmente. De su legado destaco su gusto musical, su cuidado del sonido, su manera de entender la ligereza o la profundidad, su capacidad para trabajar sobre la partitura, sobre el material, su acto reflexivo sobre la música. Es un privilegio formar parte de este homenaje», dice Salado.
«Recuerdo haberle visto trabajar con Plácido Domingo en Viena, montando un 'Otelo', y fue para mi un orgullo ver a dos españoles trabajando a ese nivel».
De Mozart a Beethoven presente en este programa con su 'Romanza para violín y orquesta' que dirigirá Lucas Macías (Huelva, 1978) y que interpretará como solista Patricia Cordero (Madrid, 2000), alumna de la Escuela Reina Sofía. «Esa escuela fue un proyecto de mi padre con Paloma O'Shea. Dirigía entonces la Orquesta Nacional de España, veía que no había recambio generacional y quiso traer profesores de prestigio para elevar el nivel de la cuerda y que poco a poco se hiciera cantera nacional. Hubo quien no lo entendió», explica François López-Ferrer (Lausana, 1990). Macías también dirigirá el 'adagietto' de la 'Quinta', de Mahler, celebración del amor en medio de la evocación de la muerte.
«No me afecta el 'ser hijo de'»
Quien empezó en la ópera y continuó en el sinfonismo, conquistando cima en ambos –«mi padre tuvo mucha suerte, eso es muy infrecuente», apunta François–, volvió después a dirigir el Teatro Real. «Allí trabajé con él cuatro años y cada día fue una enseñanza musical, por su eficacia. Era muy elegante diciendo las cosas, conciso. Daba gusto trabajar con él», apunta Jordi Casas, el director de los Coros de Castilla y León que interpretarán bajo su dirección 'La canción del destino', de Brahms, «es una obra sobre la que habíamos hablado, mi homenaje personal», y después el 'Réquiem', de Fauré, que dirigirá López-Ferrer. «Es una obra sencilla, fácil para el oído, pero llena de una gran variedad de colores. Haremos solo el tema seis, 'Paraíso', lo que se interpreta entre la misa y el enterramiento. Refleja la suspensión del alma, cuando ya no hay cuerpo, y se eleva el espíritu al cielo. Esta obra la tocamos después del Allegro de la 'Sinfonía nº1', de Brahms, el paso de la tormenta a la luz», aclara François.
Este joven director que empieza a tener compromisos en España, –hijo de español y cubana, nacido en Suiza, criado en Estados Unidosy trabajando ahora en la Sinfónica de Chile– se puso al frente de la OSCyL en 2017, en la final del Concurso Internacional Frechilla-Zuloaga. Ahora vuelve a la que fuera la última orquesta de su padre. No se siente 'hijo de', «mi padre me tuvo con cincuenta años, hay medio siglo de diferencia y ha cambiado la forma de entender la música, de hacer carrera, de gestionar este negocio».
Por otra parte sabe que cada uno debe buscar su manera de hacer música. «El otro día dirigí por primera vez la'Novena' de Dvorak, en Chile. Si no lograra abstraerme del legado de mi padre, no podría ni levantar los brazos. Mi deber es interpretar lo que el compositor deja en la partitura y no imponer mi sello. Hay mucha gente que empapa la música de cosas que no están escritas». Se siente en España como en un «hogar que no conozco demasiado pero que me gustaría conocer. Me siento latino, de aquí».
Yaquí volverá en enero con la Joven Orquesta de Galicia y en febrero con la orquesta de RTVE. De Jesús López Cobos director, François admira «su calidad humana, su manera de acercarse a los músicos, desde el conocimiento, la sinceridad y el respeto. También era un maestro de la respiración, no creo que ningún cantante lo pasase mal con él».
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