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Asistir a un concierto de Roberto Iniesta tiene mucho de juego. Ya sea por querer buscar, a lo desafiante pasatiempo cerebral, esas capas y lecturas que muchas veces encierran sus letras, que el autor, como buen trilero, niega que existan y clama que son parte ... de las interpretaciones que de ellas hagan quienes las escuchan. Bien por el baile, donde se brinca, se salta y se sigue el ritmo de la canción como cuando se jugaba en verano en las plazas con pantalones cortos y la promesa de un helado a media tarde. O bien por el sentido comunal de sentirse entre tantos otros que son como uno (camiseta negra recomendada pero opcional), participando y sintiendo al unísono esa complicidad colectiva y que al tiempo llega a cada persona de distinta manera.
El espectáculo que el fundador de Extremoduro brindó a sus incondicionales en la Antigua Hípica la noche del pasado viernes 7 de junio fue una invocación constante a los elementos: Sol, tormentas, tierra, mar y, sobre todo, aire, mucho aire, en una función de puro rock. Es decir, de puro Robe. Ya 'Destrozares', la primera de la noche, se cuestionaba cómo se puede explicar, sin ver salir el Sol, qué denso sale. No exento de cierta ironía estuvo el siguiente tema 'Adiós, cielo azul, llegó la tormenta', el primero del disco 'Se nos lleva el aire' en un día que, pese a que amenazaron lloviznas puntuales tempranas, la única tempestad fue la de las cuerdas vocales del conjunto musical y su legión de prosélitos.
El concierto brindó un equilibrio entre temas clásicos, como 'Guerrero', 'Un suspiro acompasado' o 'Y rozar contigo', con nuevos de este último trabajo de estudio, como la estupenda 'Puntos suspensivos', 'El hombre pájaro' o 'El poder del arte'. También se coló el gran y reciente éxito de 'Mayéutica', en un primer bloque relativamente más tranquilo donde Robe llegó a proponer un 'eje conductor' para deleite de sus frenéticos buscadores de ecos y vínculos entre distintos trabajos (el arriba mentado con 'La ley innata', sin ir más lejos), pero sin dejar de olvidar cómo ofrecer un show espectacular en su puesta de escena y sencillo en su capacidad de emocionar, con más temas como 'Coda flamenca', 'Dulce introducción al caos' o la archicoreada 'Golfa'.
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En el habitual descanso para encarar la última mitad del show, el público conoció desconsolado que el vino tinto de los puestos de refrigerio en las periferias de la Antigua Hípica se había acabado antes de la primera hora del concierto. A pesar del revés, el entusiasmo no decayó, y para cuando comenzó la segunda parte del espectáculo, la declaración de intenciones fue evidente. Un brutal solo de batería de Alber Fuentes dio paso a 'Haz que tiemble el suelo'. Como Fuentes, el resto de los músicos de Roberto Iniesta tuvieron sus respectivas oportunidades de lucimiento, desde el virtuosismo al violín de Carlitos Pérez a la brutal energía a la guitarra de Woody Amores, pasando por el agudísimo acompañamiento vocal de Lorenzo González, la destreza al bajo de David Lerman o las vertiginosas teclas de Álvaro Rodríguez Barroso.
Mayéutica ganó peso con 'Mierda de filosofía' y 'Un instante de luz', que remitían tanto al canon nietzscheano como al tema 'Contra todos', del álbum 'Lo que aletea en nuestras cabezas'. Pero el conjunto no perdió su sentido del equilibrio y siguió hilvanando favoritas de su público, como 'Sucede' o 'Salir', con novedades como 'Viajando por el interior' o la muy aplaudida 'Esto no está pasando'.
El único detalle que ganó un aplauso y unos vítores enfervorecidos no relacionados con Roberto Iniesta ni sus canciones fue un 'Stop Genocide' que pudo verse cerca del final en la parte posterior del instrumento de uno de los músicos del conjunto. Como recordando súbitamente dónde estaba y cómo se llamaba el disco que estaban presentando, Robe hizo su última apelación a los elementos: «Vaya viento tenéis aquí», señaló con sus cabellos mecidos como el sauce llorón de 'A la orilla del río', alborotados por el aire; que se crecen y parece que bailen.
Robe finalizó el concierto con ganas de himno, nuevo y clásico: 'Nada que perder', otro de los temas de este último trabajo y de amplio éxito entre el público, donde también se menciona que le «está cambiando el viento», y que convierte en apasionado canto una depresiva situación de quien no puede caer más bajo, que viene del fracaso.
'Ama, ama y ensancha el alma' supuso el cierre de este espectáculo y la conclusión de Robe por Valladolid en su gira 2024 'Ni santos ni inocentes'. Los elementos persistieron tras singular combate con Roberto Iniesta, pero ni ellos, ni los asistentes al concierto, eran los mismos que cuando arrancaron, al comienzo de la velada, los acordes de 'Destrozares'. El juego ya había terminado, y a todos, músicos y público, se nos terminó llevando el aire.
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