Un organista consolidado

Comenzó con 'Preludio y Fuga en Mi m.', BWV 548, del período en Leipzig de J. S. Bach; importante obra apodada 'sinfonía en dos movimientos', pues el Preludio se acerca a la forma Concierto y en la Fuga, el inicial tema cromático casi no aparece en su parte central, tan amplia como sus dos extremos, plena de vigor e inspiración; halló en Óscar adecuada interpretación, salvando los límites del órgano por tipo de repertorio y por situación actual, que reclama una rehabilitación total. Mismo buen pulso en 'Ofertorio sobre los Grandes Juegos' de la misa que para orientación de las parroquias escribió F. Couperin, aclarando las rígidas normas que para su música dictó el arzobispo de París en 1662; en él, el organista podía lucir instrumento y habilidad y así pasó aquí.

Siguió el 'Coral nº 2 en Si m.' (1890) de Franck, escrito poco antes de morir, donde la utilización de su forma cíclica y su lirismo alcanzan su máximo desarrollo. Óscar Rodríguez confirmó en él su consolidación como organista de alto nivel, que apuntó en su intervención del pasado año.

Cerró con Guridi, seguidor de Franck, y sus 'Variaciones sobre un tema vasco' (1948), el lento de 'Itsasoa lain dago' (El mar está nublado), donde los distintos tempi de las 9 variaciones, fueron bien expresados por el organista en distintos juegos de teclados y registros, dando a cada uno su valor. El abundante público premió con aplausos cada pieza y la ovación final, fue recompensada con el zortzico de '10 melodías vascas' del mismo autor, muy apreciado por alumnos y asistentes.