Un futuro asegurado

Entre las primeras obras escritas para cello solista, la pieza inicial de Gabrieli, de 1689, ofreció ritmo doble y un breve tema que le da forma, manejando el arco con levedad. Lo mismo en la 'Suite nº 1' (1720-23) de Bach, cuyo preludio y cinco danzas sonaron diferenciados y limpios, incluidas las más vivas y ornamentadas, donde pudo faltar un poco de esa profundidad que sólo proporcionan los años. Varió ya el color del sonido en 'Capricho 1' del belga Dall'Abaco, temperamental y vivo, que despidió el siglo XVIII para pasar al XIX con el italiano Piatti y su 'Capricho 7', virtuoso y fluido, con la mano izquierda siempre sobre tres ó cuatro cuerdas del instrumento, más exigente en lo técnico. El arco había ido cobrando más peso y llegó el siglo XX con Cassadó y su preciosa 'Suite' de 1926, con la estilizada sardana que imita la tenora (instrumento popular catalán que la distingue), fino Intermedio y dura jota final. Y de Ligeti, su 'Sonata' de 1953, tan complicada, aunque no lo pareció para Carlos Vidal. Todo con espléndida sonoridad y rico matiz. Éxito completo, fuertes ovaciones y regalo del XXI para los satisfechos y numerosos oyentes: 'Variaciones Sacher', de Lutoslawski, ¡Ooh!

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