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En 1998, Javier Ajenjo, junto a Susana Vicario, puso en marcha en Aranda de Duero un festival de música al que se auguraba poco futuro. En la actualidad, Sonorama Ribera se ha convertido en todo un referente en el calendario nacional e internacional de eventos ... y cumple dos décadas de vida.
¿Cómo se consigue que un festival en agosto y en Castilla cumpla 20 años?
La verdad, con cuidado, con mucho amor y, sobre todo, con un colectivo que tiene un capital humano brutal. Otro de los factores, sin duda, es el criterio y la apertura a la hora de elegir a las bandas participantes. Nuestro objetivo ha sido siempre que la gente se vaya feliz con el festival y con la tierra, con nuestro vino, nuestro lechazo, nuestras bodegas. Todo esto ha hecho posible que llevemos 20 años.
¿Cómo surgió aquel primer Sonorama?
Susana y yo teníamos en Aranda una tienda de discos que se llamaba Planeta Sonoro. Nosotros queríamos vender discos de Oasis y Blur, pero vendíamos discos de Alejandro Sanz y Cantores de Híspalis. Era muy complicado que la empresa saliera adelante, iba mal y se nos ocurrió hacer un festival para salvar la tienda. Al final, tuvimos que cerrar y afrontar un préstamo de diez años por las pérdidas del festival. Una chuletada que organizamos el día después para agradecer la ayuda, se convirtió en el nacimiento de Art de Troya. Todos decidimos seguir.
Y a partir de ahí, algunos percances más…
Por ejemplo, en la sexta edición, por necesidad, tuvimos que hacer los conciertos gratuitos en el centro, ahí nos dimos cuenta de la importancia de acercarnos a la ciudad. En el décimo Sonorama por los efectos de ilusión, tuvimos nuevas pérdidas que nos obligaban a seguir haciendo el festival seis años más. Por fin, hace tres años conseguimos el equilibrio.
Con todo esto, habrá habido momentos en los que haya apetecido tirar la toalla
Uff.. Todos los días, supongo, pero tenemos una responsabilidad con el sitio en el que vivimos. Ganas de desfallecer tenemos muchas veces, pero sacamos ilusión y fuerzas y hemos logrado cumplir 20 años
-¿Cuál es la asignatura pendiente de Sonorama?
Tratar de ser mejor cada día No dejamos de aprender, no dejan de sorprendernos cosas, no dejamos de ver cosas que se pueden hacer. Nuestro reto siempre es que Aranda esté en la cabeza de la gente, más allá de cuatro días, que dure todo el año
-Personalmente, ¿cuáles son los momentos claves?
Muchísimos. El primer momento clave, aquella merienda después del primer Sonorama que nos hizo continuar con el festival. Y, después de 16 años, cuando dejó de sonar el teléfono porque ya no debíamos dinero a nadie. Hay mucha gente que nos ha ayudado.
-¿Cómo se sobrevive sin apenas ayudas institucionales?
Ha sido una de las claves del éxito, seguro, no depender de las instituciones. Siempre hemos tenido unas aportaciones por debajo del 5 % del presupuesto. Algunas citas totalmente subvencionadas se han visto obligadas, más tarde, a desaparecer. Nosotros siempre hemos estado en crisis y hemos logrado mantenernos. En la actualidad necesitamos más que ayudas económicas, ayudas estructurales que nos apoyen al desarrollo del festival. Trabajamos en la búsqueda de una nueva ubicación.
¿Por qué un homenaje a la música española?
Porqué ya era hora y porque llevamos 20 años luchando por nuestra música, por sacar adelante bandas que ahora son cabezas de cartel. No entendemos como hay gente que piensa que es una locura traer a Raphael o al Dúo Dinámico, cuando han influido en un montón de banda que a fecha de hoy son muy importantes.
-A quien le gustaría ver en el festival
A Radiohead
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