«Creatividad y flexibilidad, esa es la lección de la pandemia», dice Jaime Martín, que ya ha dirigido otras orquestas en conciertos sin público y este viernes lo hará con la Sinfónica de Castilla y León. «La tensión y los nervios para los ... músicos es la misma pues no es un ensayo sin público, es algo que ocurre en directo y no se puede volver atrás ni repetir. Y aunque estamos acostumbrados a escuchar música constantemente y de muchas maneras, lo que escuchará la audiencia el viernes a las 19:30 es un concierto en directo, para los seguidores de la OSCyL».
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La covid ha obligado a dos cambios en el solista. A la violinista japonesa prevista, Akiko Suwanai, no la permitieron salir de Japón; el canadiense James Ehnes que la sustituía dio positivo antes de embarcar a España y por último, será Ellionor D'Melon quien tocará el concierto de Tchaikovsky. «Vino a España con diez años a estudiar a la Escuela Reina Sofía con Zakhar Bron, que la escuchó y dijo que era un talento fuera de serie. A los quince la dirigí en este mismo concierto y una orquesta joven, quería verla bajo presión y fue un gran éxito. También estuvo con mi orquesta sueca en Gävle y hemos grabado con la de Irlanda. Es una gran oportunidad de escucharla».
Aunque el concierto inicial iba a ser el de Prokofiev, «un contraste mayor con la sinfonía de Mendelssohn», finalmente será el de Tchaikovsky. «Creo que es un programa acorde con estos tiempos terribles, cuando sentimos miedo, y que produce el efecto de una sopa de pollo, nos calienta el corazón como aquella el cuerpo cuando estamos mal. Tiene un poder reconstituyente, te abraza. Hay músicas angulares, provocadoras, que me gusta hacer, pero en otras circunstancias».
Titular de al Orquesta Nacional de Irlanda y de la de Cámara de Los Ángeles, vive la gestión de la alerta sanitaria de manera distinta en cada lugar. «En Irlanda se paró todo en diciembre por el pánico de al cepa británica. Hacíamos semanalmente un concierto sin público y la idea es retomar el trabajo normal en marzo. En Los Ángeles hemos hecho grabaciones en vez de conciertos, obras que se acompañan de recreaciones desde otras artes y se editan visualmente como si fueran episodios. Es otra experiencia creativa». Se ha acostumbrado a las adaptaciones de obras sinfónicas a pequeño formato, «al principio no podían estar tantos en el escenario» y han intentado seguir «encargando obras y estrenos a compositores».
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Sobre el futuro de la música sinfónica, Martín no alberga duda: «hay algo en nosotros que nos lleva a disfrutar de compartir experiencias, ya sea en el teatro, el fútbol o la música. Yo mismo lo hago en cuanto puedo. Netflix está muy bien, pero tenemos esa necesidad de vivir con otros algo. Leí sobre la reacción del público tras la gripe española, que fue más terrible que lo de ahora, y la gente volvió a los musicales, a la ópera, al cine. Las necesidades básicas son imperativas, pero no podemos olvidar otras esenciales que cubre la cultura».
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