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«Necesito tiempo para lograr mis metas», rapea Ilimane Diop (Senegal, 2000) en un parque de San Isidro, en Valladolid. «Tiempo para salir del país y buscarme un futuro mejor», recita sobre una base musical de bajos potentes y una hipnótica línea melódica. «Con tu ... sonrisa, la vida va mejor que nunca», dice en otra estrofa de 'Perdóname, mamá', la canción que Ilimane ha dedicado a Awa, su madre, «la persona que más quiero del mundo». Hace tres años que no la ve. Tres años desde que salió de su país y en patera llegó a las costas andaluzas. Tres años han pasado desde que emprendió un camino que le alejó de su familia y colegas, de unos amigos con los que quiere de nuevo conectar a través de la música.
«Perdóname mamá por haberte abandonado», comienza la canción que ha grabado junto a la Fundación JuanSoñador en su proyecto Gritando al mundo, que promueve la música «como herramienta para hablar de igualdad», aseguran Silvia Oreja y Laura Gutiérrez, educadoras de un programa que provee de material (estudio de grabación, cámaras de vídeo) a que jóvenes como Ilimane para que puedan sacar adelante sus inquietudes artísticas. Su aventura musical tiene además videoclip, rodado en el Espacio Joven Norte y con los murales decorativos de Barrio España.
«A mí me gusta el drill, el rap, el trap. El Jincho es un referente», asegura Ilimane, quien llegó a España sin hablar una sola palabra de español y hoy es capaz de escribir canciones en un idioma aprendido a fuerza de tesón. «Es muy difícil estar solo en un lugar en el que no entiendes a nadie. Uno se siente mal porque quiere estar con gente, pero no se entera de lo que dicen. Así que me puse a estudiar, a estudiar, a estudiar. Cuando uno quiere algo, lo consigue». Ahora lo habla a la perfección. Entre sus profesores, también la tele. «Sobre todo 'La que se avecina'. Son tan graciosos...».
La sonrisa que le arrancaban los vecinos de Montepinar contribuía a paliar la desazón anterior. En 2018, cuando aún no había cumplido la mayoría de edad, decidió salir de su país. Dijo adiós a su madre, Awa, a su padre, a sus tres hermanos. «Yo quería viajar, conocer otras cosas, vivir una vida mejor. Allí, en mi país, en la calle, oyes a mucha gente. Empiezan a contar cosas de Europa, de cómo se vive aquí. Te entra curiosidad. Y quieres saber qué es lo que hay».
Hasta entonces, Ilimane acudía al instituto y trabajaba junto a su padre en un barco pesquero. «Los horarios y todo dependía mucho de la temporada. En verano madrugábamos mucho y llegábamos tarde. Cuando venía el tiempo frío, salíamos por la noche y regresábamos por la mañana. Éramos 16 personas faenando en el barco», cuenta. El sueldo le sirvió para ahorrar y pagarse el vuelo desde Senegal a Marruecos. Allí montó en patera, con otras 34 personas, y llegó finalmente a las costas de Almería.
«Todo el viaje se programa desde Senegal. Allí buscas a una persona que se encarga de todo. Del vuelo, de la persona con la que tienes que contactar en Marruecos, de los que llevan la patera. Yvas con ellos. Como yo había trabajado en el mar, me tocó conducir un poco la patera y me cobraron menos». Con 17 años, en España se convirtió en un menor extranjero no acompañado. Estuvo tutelado en un centro en Almería hasta que en marzo de 2020, tres días antes del confinamiento, recaló en Valladolid.
Durante aquellas primeras semanas –en una ciudad en la que vivía y sin poder pasearla– estuvo atendido por la Fundación La Merced Migraciones, en La Victoria. Encerrado por el confinamiento más extremo. «Lo primero que conocí de Valladolid fue Las Moreras, cuando ya nos dejaron salir a la calle y nos llevaron allí a dar un paseo». Contactó después en la Fundación JuanSoñador, donde asistió a un curso de hostelería que le ha abierto las puertas para su actual empleo, en un hotel de La Cistérniga. «Trabajo en barra, en terraza. Me gusta», asegura Ilimane, quien no obstante sueña con abrirse hueco en el mundo de la música.
«Es mi pasión. Me gustaría dedicarme a esto. En mi país ya cantaba y rapeaba», cuenta. Claro que no lo hacía en castellano, sino en wolof. Y más que rap, le daba al mbalax. Esta es la música más popular de su país, Senegal, y de la vecina Gambia, con referentes como Youssou N'Dour, Ismaël Lô o Thione Seck, y una evolución posterior al rap con grupos como Positive Black Soul, Daara J o Bamba. «La base rítmica es parecida, pero lo bailamos distinto. A mí me interesa mucho este sonido, pero voy más hacia el drill o el trap». Como ejemplo, esta canción dedicada a su madre, en la que le pide perdón por haber salido del país, sin despedirse de ella, para buscar «un futuro mejor».
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