Las castañuelas de Tomás Martín son de granadillo negro africano, facturadas en la única fábrica que queda en España, la valenciana Jale. Como en cualquier otro instrumento, el percusionista fue a probarlas y eligió las que mejor iban a las manos grandes, fibrosas, que ... las cubrirían. La madera era esencial, tenía que ser dura para aguantar los infinitos choques a los que las somete desde hace un año, cuando comenzó su aventura de solista de castañuelas para un repertorio que está por llegar. Esta semana estrena 'La fantasía española', compuesta por Joaquín Gericó. Tomás dirige la CAMerata iberyCAS, formada por nueve músicos de cuerda, desde un instrumento invisible.
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El Teatro Principal de Zamora acogió ayer el primer concierto de esta formación camerística nacida en el seno de la OSCyL, que hoy llega a Arévalo y mañana a Segovia. «Además del estreno interpretamos una adaptación que ha hecho Flores Chaviano de tres movimientos de la 'Suite Española', de Albéniz, para castañuelas y orquesta. Son 'Castilla', 'Sevilla' y 'Asturias'», explica Tomás Martín. Yen medio, otro estreno, 'La suite completa Bergidum', de María José Cordero.
Con Lucero Tena como pionera en la elevación de las castañuelas a instrumento solista, el también profesor del Conservatorio Superior de Salamanca sabía que comenzaba un camino apenas hollado. «Requieren mucha coordinación de dedos, lo que se consigue con estudio, no hay otra manera para ir rápido y lograr que te respondan al impacto de la madera. No hay rebote como en el timbal o la caja. Tampoco hay muchas obras, por eso hay que darlas a conocer en este registro y que se animen más compositores», afirma Martín.
Al valenciano Joaquín Gericó, llegó Tomás vía Miguel Fernández Llamazares, director del Festival de Música Española de León. Gericó llevó en 1992 la dulzaina al escenario sinfónico con una primera obra y a los conservatorios profesionales, que la interpretan hoy. Y ahora ha hecho lo propio con las castañuelas. «Había compuesto alguna pieza para castañuelas y vientos que es lo propio en Valencia. Tomás me propuso esta combinación con orquesta de cuerda y me lancé», cuenta con la confianza que le da «un virtuoso como él».
Conocidas en el baile y la fiesta popular, acompañadas por palmas y ruidos «no solemos escuchar a las castañuelas solas». Por otra parte, es difícil desligarlas del folklore. «Así que las he llevado al terreno sinfónico respetando las formas. La obra se inicia con un jota, pasa por un fandango. En el centro tiene una danza bolero para terminar con una guajira a modo de petenera. Están es su salsa rítmica y las elevamos a categoría de instrumento de concierto. La cuerda le da una gran sutileza y una elegancia. Tomás multiplica el color y las posibilidades del instrumento», explica Gericó.
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Castañuelas en plural, emparejadas, pero distintas cada una: «La femenina es más aguda, es la derecha, mientras que la de la izquierda es más grave, la masculina». En manos de Tomás las castañuelas llenan desde su invisibilidad de ritmo y potente sonido el escenario. Tan pequeñas y sin necesidad de amplificación alguna.
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