Begoña Lolo y Germán Vega, en la Casa de Cervantes. R. Jiménez

«El himno es un símbolo nacional, no puede cambiarse por oportunismos interesados»

La académica Begoña Lolo analizó la música que ha inspirado 'El Quijote' en una conferencia en la Casa de Cervantes de Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Miércoles, 28 de febrero 2018, 18:51

Hay obras fuente de las que manan otras muchas creaciones. ‘El Quijote’ es una de ellas y de su extensión en la música habló ayer Begoña Lolo en la Casa de Cervantes. ‘Quijote, música y utopía’ fue la segunda conferencia del ciclo organizado ... por la Fundación Miguel Delibes bajo el título ‘Los aliados de la literatura: la música’.

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Catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid y programadora del ciclo Grandes Autores del Auditorio Nacional, Lolo dirige un equipo de investigación que trabaja desde hace tiempo en las composiciones musicales que se han inspirado en la obra de Cervantes. «Me interesa el ‘Quijote’ como fuente de inspiración musical y hacemos una lectura de las composiciones a las que ha dado lugar según los países en los que han surgido. Nos preguntamos el por qué de su atractivo», y a eso dio respuesta en su conferencia con distintas citas musicales y la proyección parcial de una ópera encargada por su propia cátedra. Las obras contemporáneas están precedidas por otras a veces incluso desconocidas. «El pasado 17 de noviembre hicimos en el Auditorio Nacional una ópera de Caldara, del siglo XVIII, con sus trajes de época y sus números de danza, que nunca se había representado según fue concebida». Precisamente Lolo partió de esta ópera para analizar una aportación quijotesca-musical de cada siglo y de cada país.

‘Pesares de Rocinante’

«Las formas cambian mucho, digamos que cada país se lo lleva a sus preferencias artísticas. En el caso de Francia, en cuya corte de los Borbones el ‘Quijote’ era un libro de obligada lectura, lo llevan al ballet. En Italia, lo transforman en ópera y en España, que no será hasta el XIX cuando esta obra inspire a nuestros compositores, lo acercarán a la zarzuela», explica la también académica de SanFernando.

Tras el análisis de ‘Don Chisciotte in corte della duchessa’, de Antonio Caldara, pasó al ‘Don Quijote de la Mancha’, de Barbieri, ya decimonónica para terminar con un ‘Quijote’ sonoro de hoy, ‘Pensares de Rocinante’, con música de José Buenagu y libreto de Justo Merino. Casi pide perdón a su compañero de asiento en la Academia y amigo Cristóbal Halffter por no detenerse en su ‘Quijote’, pero el tiempo era breve. Se centró en este encargo con el que la Autónoma celebró el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de la célebre novela. «Es una obra que maneja el Quijote desde un ángulo nunca ante considerado, el de Rocinante que es el narrador. También supone una lectura distinta del original, en defensa de los animales. Hay un continuo ‘feed-back’ entre pasado y presente. Además cambia el final de la historia del caballero con Dulcinea. Ella es una mujer que vive en un pueblo pero no renuncia a conocer mundo. Es aficionada al rock y fue interpretada por Pilar Jurado. Dulcinea confronta el mundo antiguo que representa el hidalgo con el contemporáneo de ella. Pero esa diversidad de tiempos e ideas no es ningún impedimento para que fluya su relación. Así como en otras versiones, por ejemplo la de Massenet, Dulcinea es muy dura con DonQuijote, al que humilla, maltrata e insulta, en esta versión se dan una oportunidad. Justo Merino hizo un trabajo excelente, así como el escenógrafo, Santiago Sánchez».

Begoña Lolo publicó un trabajo de investigación sobre el ‘Himno de España’ que le valió el Premio Nacional de Historia. Era inevitable preguntarla por las versiones espontáneas. «Ya en el siglo XIX, con el Gobierno de Prim, se propone poner letra al himno que era una marcha militar. Se planteó la convocatoria pública y el tribunal pero finalmente la llegada de Amadeo de Saboya frenó la iniciativa. El himno es un símbolo del Estado que nos representa a todos ante el mundo, si se quiere poner letra habría que hacerlo con un concurso oficial con su reglamento que controlara el Estado. Es un símbolo nacional que no puede ser cambiado por oportunismos interesados».

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