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. «Súbeme, súbeme al cielo, pero déjame allí», canta Fito Robles en uno de los temas de Metrópolis, el tercer disco de Siloé, un grupo vallisoletano, con participación madrileña, que inició su andadura en el año 2016 y que este año va camino de pegar ... el estirón. Quizás en esta ocasión se cumpla aquello de 'a la tercera va la vencida' porque, en apenas un mes, el primer videoclip del disco, 'Levita y ven', ha superado las 100.000 visualizaciones, y el álbum ronda ya el medio millón de escuchas en las distintas plataformas digitales. Metrópolis, que por primera vez combina el pop con la electrónica, busca de forma consciente ampliar la base fiel de oyentes del grupo. Y parece que va camino de conseguirlo. Podría decirse que, dentro de la medida de la música independiente, los de Siloé están tocando el cielo, o, cuando menos, algunas de sus primeras nubes.
«Acercarnos a un público más amplio era el objetivo y para nosotros Metrópolis ya está siendo el álbum del despegue. Nunca antes habíamos recibido una respuesta semejante. Nos ha llegado incluso una oferta para tocar en México, que es algo que nos vamos a plantear», explica Robles. También ha ayudado su aparición en el programa de TVE 'Un país para escucharlo', de Ariel Rot, casi coincidiendo con la llegada del disco a las tiendas.
La mezcla de pop y electrónica, que marca la novedad del disco con respecto a sus predecesores, 'La verdad' o 'La luz', conduce a que el grupo se presente ahora con una formación musical muy poco habitual. Así, frente al clásico guitarra/bajo/batería/ teclados, la actual formación de Siloé la componen un cantante y guitarrista (Fito), un dj, el también vallisoletano Xavi Road, de Tordesillas, y el ingeniero y productor madrileño Óscar Herrador, un hombre solvente que ha trabajado con Pedro Guerra, Ismael Serrano o Víctor Manuel y Ana Belén. Y la fórmula funciona porque hay mucho trabajo detrás. «Nos dedicamos justo a lo que nos queríamos dedicar a los cuatro años. Me parece increíble. Pocos lo pueden decir». En su caso, el recorrido le llevó a estudiar fagot, luego, canto en Estados Unidos, en Berkeley, con una beca, y composición y arreglos. «Nuestro proyecto es solvente porque entre los tres podemos sostenerlo».
El nombre del grupo, Siloé, surgió casi por casualidad. Evoca el episodio bíblico entre Jesús y un ciego, en el que Jesús le cura diciéndole: «abre los ojos y ve». «Para nosotros el año 2015 fue un año de abrir los ojos y ver un nuevo horizonte por delante y el nombre me pareció que evocaba justamente eso», recuerda Fito. El uso de referencias religiosas, o espirituales, como esta, es una de las señas de identidad de un grupo que, por ello mismo, resulta una rara avis en el panorama musical español. Pero Fito aclara que, aunque él es personalmente creyente –«con las crisis de fe que siempre te acompañan»– lo suyo no es propiamente música religiosa. «Nosotros no somos tanto de dar respuestas como de hacer preguntas», explica. E invoca las referencias de grandes maestros como Nick Cave, Dylan, U2 o Leonard Cohen, que han manejado sin pudor la imaginería religiosa y sus referentes, para ahondar en una visión del hombre y de la vida.
Un camino, el de las búsquedas espirituales y la trascendencia, que ha acompañado con naturalidad al pop y al rock durante mucho tiempo, pero que hoy tiende a verse como marciano. «En esta sociedad en la que tendemos tanto a lo global, a menudo se nos olvida la profundidad de lo espiritual. Pero nosotros creemos que éste es un factor decisivo del ser humano, y que profundizar en temas serios también es una forma de conectar con la gente», explica Robles. «La música no tiene por qué ser una cosa puramente banal, lo que no quiere decir que no te diviertas, bailes y lo pases bien. Creo que hemos confundido un poco las cosas. Ahora, cuando te pones un poco serio, enseguida te tachan de intenso. Pues qué le vamos a hacer; yo voy a seguir con mi película».
En realidad, en su caso, esa mirada trascendente se posa, sobre todo, en la experiencia amorosa. Cuando Fito canta 'Levita y ven' o 'Súbeme al cielo', está hablando de la mujer que ama. Pero incluso ahí late un enfoque personal, porque se trata de un amor entendido con vocación de eternidad o, cuanto menos, de permanencia. «Están en crisis la perseverancia, la confianza, la relación duradera. Interesa promocionar al single, al soltero, pero dentro de unos años ya veremos adonde nos lleva eso».
Esta promoción de una sociedad de individuos que no dependen de nada ni de nadie no es ajena a un contexto cultural. «Vivimos en una cultura de usar y tirar que también se aplica a los sentimientos. Yo creo, en cambio, que el romanticismo, el amor y la familia hay que cuidarlos constantemente. No solo en San Valentín o Navidad, sino todos los días. Y por eso es por lo que no se apuesta. Sin embargo, el triunfo es el resultado de un 5% de talento y un 95% de insistir y perseverar. Y de eso hablamos también, porque es aplicable a muchos aspectos de la vida».
Si hay otro rasgo que caracteriza a Siloé es su resistencia a ceder ante los cantos de sirena de la política y lo político. «No llevamos bien lo de que se utilicen las canciones para causas, y menos aun cuando esas causas se usan para promocionarse», admite el líder del grupo.»Yo no uso a Dios para vender mi música», aclara. Eso no significa que rechace las canciones con contenido social. «No nos oponemos por sistema, pero no nos sentimos con los galones suficientes como para hacerlo con el talento de un Bob Dylan, por ejemplo. Y, sin embargo, sí nos sentimos con galones para hablar de las emociones que experimentamos cada día».
Por la juventud del grupo, apenas cinco años de vida, han tenido que adaptarse al nuevo escenario industrial surgido tras la crisis del formato CD. Y no les ha ido demasiado mal. Desde el año pasado ya son completamente profesionales. «Dejamos nuestros otros trabajos para apostarlo todo a la música», recuerda. Ello fue posible gracias al desarrollo de las nuevas plataformas musicales digitales, que no sólo permiten obtener ingresos por la música, sino, sobre todo, darse a conocer, lo que es fundamental para que surjan conciertos. «La industria musical no es como antes, pero las plataformas digitales permiten vivir de esto. El modelo ha cambiado radicalmente. Antes había que llevar personalmente los discos a las gasolineras y negociar con el encargado. Ahora de golpe te ven en medio mundo, y te llegan comentarios desde Perú. En cualquier caso, tenemos claro que lo que a nosotros nos funciona es tocar en directo. Cada vez que damos un concierto, crecen los seguidores».
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