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A la presencia siempre esperada de Petrenko, se unía la atractiva del pianista Juan Floristán. El concierto para piano nº 20 de Mozart es apreciado por la profunda dimensión que le separa de los anteriores. Mozart combina aquí sus elementos con gran equilibrio y Juan ... Floristán se encontró con un terreno ideal para mostrar sus virtudes.
OSCyL Director: Vasily Petrenko.
El pianista vertió su gran sensibilidad con una pulsación cristalina. Hubo mucha música en sus ligados, hasta completar una versión sobresaliente. Mozart compuso el concierto en muy poco tiempo, pero su inspiración, creó una estructura en la que la orquesta y el solista supieron aprovechar sus posibilidades tímbricas. Floristán, en la propina, volvió a regalarnos el 'Momento musical en Fa menor' de Schubert, superando aún su versión del pasado domingo. Bruckner es un compositor al que hay que conocer muy bien, para profundizar en su estilo, ecléctico, dubitativo y único. Su cuarta sinfonía, es la única que lleva sobrenombre: 'romántica', tal vez porque el autor escribió algunos apuntes en los que se intuía un programa. Es la sinfonía menos 'sacra'. Pero Petrenko no es muy dado a romanticismos y trazó con gesto certero una versión lúcida, nítida y sobre todo consiguió que la orquesta diera un ejemplo de unión en cada sección, con entradas iguales y dinámicas bien marcadas.
A Bruckner los 'fortes' le sirven con frecuencia para contrastar los metales y la cuerda. Petrenko, con seguridad, fue allí donde se teje el entramado. Las trompas comenzaron el tema que siguen los metales y contagia todo el tiempo. Los violonchelos sonaron como uno solo y plagados de matices. Todas las secciones coincidieron en el 'andante' muy concentrados, destacando los pasajes de las violas. El 'scherzo' es original. Las trompas de nuevo inician el tema. Petrenko llevó la cuerda con gran coordinación y el tiempo terminó en un 'tutti' formidable. El 'finale' parece el tiempo en que Bruckner, tal y como reflejan los escritos y la escucha del jueves , dio varias vueltas hasta dejar la versión actual. La ovación fue la de las grandes tardes. Una vez más, Petrenko y la orquesta se entendieron muy bien.
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