Ricos sonidos del cuarteto Cosmos en el Delibes

La distancia no es un problema para Widmann, sino una aproximación pensada para, de alguna manera, acercarse a la fresca imaginación schubertiana y escribir una obra que guarda parecidos con la de Schubert en los unísonos, y en algunas reflexiones que se acercan a lo tonal, aunque sometidas a un universo sonoro más complejo. Widmann, utiliza durante algunos pasajes de su obra microtonos de manera sutil, lo cual se plasma como un hallazgo casi milagroso en una obra de indudable belleza. Widmann otorga partes protagonistas al clarinete, al que confronta en el 'adagio' con el violín o en el increíble 'lied', que se percibe susurrado, entre el entramado tejido con audacia y conocimiento del lenguaje musical ampliado del siglo XX. La interpretación de los ocho solistas dejó detalles de calidad extrema en los momentos donde la obra pide una unión decidida en los 'fortísimos' o en las entradas sin mácula de los pasajes en 'piano', que cristalizan en pequeñas joyas, gracias a unos esplÉndidos fraseos. Hay un equilibrio en el reparto sonoro de los instrumentos, prueba del dominio de este autor que deja en manos de estos ocho solistas, la confianza para lograr una versión de referencia.

Después, el octeto desgranó los tiempos del atrevido octeto de Schubert con serenidad y con la intensidad necesaria para lograr un sonido cohesionado, fruto de un trabajo meditado hasta en los más pequeños detalles. El ciclo no ha podido tener un comienzo mejor.