La OSCyL crece con Petrenko
Al director ruso se le resistió Falla pero se resarció con Tchaikovksy y Sibelius
Emiliano Allende
Viernes, 16 de febrero 2024, 13:24
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Emiliano Allende
Viernes, 16 de febrero 2024, 13:24
La huella que ha dejado Petrenko en la Sinfónica de Castilla y León se mantiene intacta. Este jueves volvió a demostrar que es un director preciso, dinámico y consciente de lo que debe destacar de cada obra, sin un gesto de más.
La 'Fantasía bética', ... de Falla en la versión orquestal de Francisco Coll, fue un reto para el ruso. La orquestación es brillante. Los empastes son atrevidos y descarnados y la rítmica, complicada de dominar en pocos ensayos. Petrenko hizo bastante para dar sentido a la obra que, sin embargo, en algunos momentos sonó con rigidez, fruto de una lectura más pendiente de la medida que del 'duende'. La exuberante percusión no ayudó en ocasiones a tomar el pulso de esta obra inclasificable. Los 'glissandi' y rasgueos la tornan brusca y disonante. Petrenko trabajó y los músicos también, aunque el resultado no fue el esperado.
OSCyL, dirigida por Vasily Petrenko. Martín García, pianista. Obras de Falla, Tchaikovsky, Sibelius. Auditorio Miguel Delibes.
Petrenko se resarció con el 'Concierto nº 1' de Tchaikovski, obra fundamental del repertorio pianístico. El asturiano Martín García demostró excelentes cualidades y logró un resultado brillante. Sus ataques fueron de categoría, su sonido poderoso y sus ligados sobresalientes. Petrenko dirigió con exactitud y flexibilidad, contribuyendo a completar una versión redonda. Son innumerables los momentos destacados: los saltos de los acordes, los crescendos, el recorrido dinámico y los ligados orquestales. Todo bajo el dominio de un director excelso que no perdió ni un detalle a destacar.
La influencia de Tchaikovski se percibe en la primera sinfonía de Sibelius. Petrenko extrajo en ella el sonido que nuestra Orquesta posee. Fue una exhibición de todas las secciones: exigida en los fortes de los metales y compacta en los unísonos de la cuerda. Fue una versión espléndida, de las que se recuerdan, de una obra que rezuma originalidad hasta en los dos acordes finales en pizzicato.
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