Música que abre fronteras

'El Moldava', es la pieza más conocida y aclamada de Smetana. Es la segunda parte de su gran obra 'Má Vlast' (Mi patria). Es portadora de una fluidez dedicada al rio del mismo nombre. Las flautas simulan el curso del manantial y anuncian el gran tema central que recorre la obra concluyendo en el modo mayor. La orquesta bien conducida por Urbański, supo exponer con claridad una obra inmortal.

El 'estreno' en Valladolid de 'Krzesany', de Kilar, sorprendió por su despliegue tímbrico dentro de un esquema armónico libre. Es el primero de cuatro poemas sinfónicos dedicados al folclore de la zona de Tatra. Los empastes de los metales sonaron rotundos y despertaron la expectación del público. La cuerda mostró el contrate en profundidad, bajo la batuta de un director experto y explícito. La obra sirvió para dar visibilidad al programa Miradas que la OSCYL y el CCMD, vienen llevando a cabo desde hace 15 años, entre miles de niños de centros de la Comunidad. Los pequeños participaron en la parte final del poema sinfónico, prestando su algarabía a la fiesta que el propio autor propone desde tres acordes que desarrolla de modo eficaz.

La 'Sinfonía nº 9 del Nuevo Mundo' de Dvorak es una de las más queridas por el público. Sus temas, nos acompañan, además de reconocer a lo largo de sus cuatro movimientos la belleza de sus motivos como tema del corno inglés que encabeza el 'largo', pero también el comienzo que abre fronteras y el final, una joya concreta que sonó con una energía extraordinaria. La versión fue demasiado rápida. Hubo poco cuidado en los finales de cada parte y las dinámicas no tuvieron el recorrido de una gran versión, pero esta sinfonía puede con todo.