Una cierta mirada al siglo XX
CRÍTICA DE MÚSICA ·
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CRÍTICA DE MÚSICA ·
El concierto de la OSCyL dirigido por Gabel dejó al público sin el entusiasmo de otras tardes, pero puso valor obras nuevas junto a las excelsas de Faure y Richard StraussPrograma alejado de lo habitual. Obras muy diferentes en la primera parte y después, centradas en Salomé, personaje bíblico que ha seducido a los autores a lo largo del tiempo. Al frente de la orquesta, Fabien Gabel, se presentó con una marca clara y reconocible, ... aunque la concertación no fue fácil en algunos momentos. La suite 'Pelléas et Mélisande' de Faure es una obra deliciosa que tuvo pasajes inspirados como el preludio, en el que el motivo se mueve con delicadeza entre flauta, fagot y violonchelos. El misterio está siempre presente en una partitura de gran calidad. El solo de oboe marcó el carácter de esta obra, que termina con oscura gravedad en 'La muerte de Mélisande'.
OSCyL
El contraste se hizo notar con el estreno de 'Aerial', de HK Gruber. El trompetista Haken Hardenberger se lució con un instrumento, que en realidad fueron tres, una trompeta en Do, una piccolo barroca y un cuerno de timbre muy sugestivo. El objetivo era cubrir todos los registros, desde los más graves del comienzo a los extremos agudos. La obra pertenece al solista, sobre el que el entramado orquestal produce un efecto aéreo original. La versión de Hardenberger fue impecable, aunque el aplauso final pareció escaso, lo que en parte demuestra que la obra no acabó de cuajar.
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Con la 'Danza de los siete velos' de Salomé óp. 54 de Richard Strauss, la música abandonó la levedad. Desplegó su poder. Gabel la llevó con energía y la orquesta dejó pasajes precisos como el unísono de la cuerda, el solo de oboe que ayuda a transmitir el aire oriental.
La obra de Schmitt 'La tragedia de Salomé' se contrapone a la de Richard Strauss. El francés no oculta la influencia debussysta que se percibe con nitidez a lo largo de los dos movimientos. Excelente el corno inglés en el primero y el 'tutti' que llevó con acierto el director, hasta imprimir un final notable en la danza infernal.
El concierto dejó al público sin el entusiasmo de otras tardes, pero puso valor obras nuevas junto a las excelsas de Faure y Richard Strauss.
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