Brillante comienzo

En el concierto previo figuraban los conciertos números 2 y 3. Dos obras diferentes en concepto y desarrollo. Para el concierto nº 2, la escogida fue la ucraniana Anna Fedorova, gran conocedora de la obra. La orquesta despliega un recorrido exuberante, que surca toda la obra y que permitió a pianista y orquesta dialogar y competir en la pasión que incendia su melodía. Fedorova brilló en los pasajes brillantes y expresó el intimismo del tema secundario, cargado de un contagioso lirismo. Salvador Vázquez fue un director flexible, que supo adaptarse al pulso de la solista. Los aplausos obligaron a Fedorova a un bis del propio Rajmaninov.

El concierto nº 3 es tal vez una de las obras difíciles escritas para el piano orquestal, no solo por la carga virtuosa que contiene, sino un halo de extraña mística que marca su identidad desde el primer motivo. Juan Carlos Fernández-Nieto se enfrentó a esta obra con la seguridad de un intérprete de sólida formación, ganador y finalista de importantes concursos, como el Paloma O´Shea, que ha repartido su carrera entre EE UU y otros países de Europa. Fernández-Nieto hizo gala de una técnica sobresaliente que se notó principalmente en los pasajes más complicados del infernal tiempo final, siendo capaz también de asimilar el misticismo del Adagio sin perder la concentración. Fue premiado con una gran ovación a la que respondió con una de las miniaturas de Schumann como rúbrica tranquila a un concierto de difícil clasificación.