![Bello final a una gran temporada de la OSCyL](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/06/24/oi48e-k7GC-U200628902619HJ-1200x840@El%20Norte.jpg)
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El concierto de clausura contó con el atractivo de volver a ver al vallisoletano Roberto González-Monjas al frente de la OSCYL. Este director nos ha dejado ya grandes tardes y en su próximo reto seguirá progresando, como demostró nuevamente ayer aquí.
El concierto para ... piano nº 1 de Beethoven en Do Mayor fue un modelo en el tratamiento del sonido. El respeto a la forma, la nitidez de la cuerda, y el equilibrio en las maderas son fruto del conocimiento de un director que sorprende por su certeza en la batuta. Su mano izquierda, muestra el camino para un amplio recorrido dinámico. Sobre estos mimbres, el pianista Kirill Gerstein, hizo gala de una pulsación cristalina, equilibrada en los fraseos y demostró una compenetración absoluta con la orquesta. Fue un Beethoven sorprendente porque partió de una serenidad palpable, en la que la música fluyó cual manantial, para romper con un final a velocidad solo posible si se hace con el virtuoso equilibrio y la exactitud de Gerstein. El pianista agradeció los aplausos con una pieza de Rachmaninov, recordando el 150 aniversario de su nacimiento.
OSCyL Concierto de clausura de la temporada 22/23.
La sinfonía nº 1 de Mahler, puede dar lugar a pensar que se trata de una obra primeriza y tratarla como tal, desde el podio. Este no fue el caso de González-Monjas, que ya anticipó haber buscado entre las numerosas lecturas hechas a lo largo de la historia. Mahler deja muy claras sus señas de identidad. Y Roberto dejó de lado el seguimiento programático, para extraer de la música los rasgos que se repiten y se entrelazan en sus repeticiones para acabar desmantelando la forma. El director transmitió muy bien los dos primeros tiempos. Con el tema que aparece de continuo en el primero obtuvo un resultado musical diferente en cada aparición.
González-Monjas profundizó en los sentimientos, con los solistas y en el tema de los violonchelos que se va conformando a partir de un 'glissandi' descendente hasta erigirse en motor del tiempo. El segundo movimiento fue tratado con la verdad que se esconde tras el 'landler' al que Mahler presenta en medio del bullicio. El tercer movimiento, es una trampa. Sobre la ingenuidad de la melodía canónica, se acaba perdiendo la noción de la realidad. La muerte nos confunde y el propio Mahler le da una vuelta de más, pero en el último tiempo, director y orquesta explotaron de alegría en un final extraordinario. El director pasó esta prueba con total solvencia. Y enhorabuena también para una orquesta que ha puesto rúbrica a una gran temporada.
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