Aires del norte

Acto seguido, para presentar una selección de canciones de Geirr Tveitt, compositor nacido muy cerca de Bergen, ha recopilado y orquestado cientos de canciones. Seim seleccionó cinco de ellas y el mismo esbozó con su voz las melodías, e incluso en alguna ,los músicos cantaron con él. Después tomó la batuta y dirigió estas orquestaciones, que enriquecieron las melodías con verdadera inspiración. Lo más destacado fue el nivel de estos jóvenes, que mostraron una conjunción sobresaliente siguiendo el gesto extrovertido del maestro para demostrar un sonido ensamblado, buena afinación y la captación del carácter de cada pieza.

Hedvig Haugerud ofreció una cuidada selección de canciones de Edvard Grieg. La soprano lució una voz pujante, algo oscura de timbre pero con una emisión fácil que fluyó con fuerza, siempre por encima de la orquesta. Nos conmovió la 'Canción de Solveig' hecha con firmeza en contraste con otras versiones más delicadas. Recibió una cálida y merecida ovación.

El director se guardó para la segunda parte una clarísima versión de la 'Segunda sinfonía', de Sibelius. Si algo hay que agradecerle, es habernos mostrado abiertamente el entramado de este compositor. Esta sinfonía permite recoger al final los motivos que han ido sonando en los tiempos anteriores, mostrados con musicalidad y precisión por oboes, clarinete y flautas. Los metales se acercaron al éxtasis en un 'finale' con la cuerda poderosa y unida. Los aplausos dieron paso a las propinas de Falla y Grieg. Así se despidió una orquesta ejemplar con un director que bien podría ser el modelo perfecto para motivar a los jóvenes en este noble arte que no conoce fronteras.