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Espina quitada para los que tuvimos la mala suerte de verle a algunas anteriores visitas a la región… visitas aquellas en las que ni acústica ni entorno ayudaron a disfrutar de un género y de un artista que ante todo requiere proximidad sensorial además de ... devoción. El sábado, Dylan y los suyos tuvieron la suerte de volver a reconocerse en Salamanca, en un show marcado por la calidez escénica en la que atrezzo, sonido e iluminación estuvieron a la altura de un repertorio marcado por la música de raíces norteamericanas que (ahora) también incluyen el lado ‘crooner’ de la vida tal coma atestigua Dylan en ‘Triplicate’.
La salida a escena de Zimmerman y de un quinteto de músicos de pureza tradicional norteamericana fue recibida no solo por el calor de su audiencia sino también por una escenografía repleta de pistas. Nada es casual en el actual marco de su ‘gira interminable’. Ni los siete viejos cañones de luz que alzaron el glamour del primer siglo XX, ni el telón granate que arropó en semicírculo al mito a y sus músicos y ni tan siquiera el kit de amuletos situado a la izquierda de Dylan con efigie helénica incluida. El siglo XX estaba en el escenario. Y todo ello, muy a pesar de que el show se abriera con ‘Things have changed’, la canción con que Dylan arrancó el año cero del nuevo milenio.
Enemigo Dylan de que ni público ni prensa rompa la magia del directo con los destellos de la tecnología, la seguridad del concierto no reparó en ‘peinar’ la pista. Pero (¡vaya por donde!) el público de Dylan todavía conserva su toque de rebeldía y no faltó quien impidiera a la seguridad introducirse entre las butacas para imponer el orden. A pesar del precio que nos tocara pagar a los de la prensa, realmente se agradece volver también a los viejos tiempos en este sentido… Un concierto sin micro pantallas retro alimentadas… ¡guau! sí que estamos en el siglo XX, Bob…
Como ya se sabe pero no por ello se deja de admirar, Dylan decidió hace décadas exportar definitivamente sus documentos a formatos de Rhythm & Blues, blues, country y folk americano… del de fronteras y del arenoso. Conociendo al mito, la evolución era lógica. Y seguir corroborándolo en el nuevo siglo no deja de ser el bendecido exhibicionismo de libertad que ya no cuestiona la audiencia ortodoxa… probablemente porque ésta (afortunadamente) ni está ni se la espera.
#BobDylan HERE WE GO!#Salamanca #Music pic.twitter.com/omtPXPbup8
— Manlima (@ManlimaCosplay) 24 de marzo de 2018
Así pues, Dylan y los suyos tocaron para su audiencia y para sí mismos. Disfrutaron colectivamente haciendo Rock and Roll en ‘Summer Days’ y en ‘Honest with me’. Las primeras filas tuvieron la suerte de ver los gestos del rock en el rostro de un Dylan que también se niega a exponer pantallas laterales que amplíen la perspectiva escénica. Y es que los conciertos del maestro siguen siendo shows de club, de garito… llevados a los grandes pabellones por una popularidad accidentada. Una prueba del ‘toque club’ se dejaba ver mismamente entre canción y canción con una banda despreocupada en saltarse los silencios y pasando totalmente de abrir y cerrar los temas con arreglos artificiosos. A destacar, por supuesto, al multiinstrumentista George Recel encargado de dar el toque de localización geográfica al repertorio de Dylan a base de violín, pedal-guitar y mandolina.
No faltaron viejos y encriptados tiempos como los de ‘Don´t think twice’… con esa evolución folk-reggae-R&B que solo los valientes experimentan…. O ese ‘Desolation Row’ con un Dylan perfecto en expresión vocal y también en potencial de voz. Francamente, a sus 76 años, Dylan demostró estar mejor incluso que en anteriores visitas.
Desprotegido de sus gafas de sol pero flanqueado tras un piano de media cola, Dylan Salió solo al centro del escenario para pegarse el gusto de reinventar el género ‘crooner’ tal como lo ha hecho en ‘Triplicate’. De esta manera, interpretó un ‘Once upon a time’ arrebatador, repleto de magia y de calidez.
Con un púbico embaucado e impregnado de talento, Dylan continuó la noche siguiendo pronósticos pero venciendo a los tópicos de la rumorología. El viejo está en perfecto estado vocal, él y sus músicos tocan lo que les da la gana en un evidente primer nivel, y saben despedirse de su público dándole lo que espera… que en este caso es un ‘Blowin in the wind’ llevado totalmente al blues y un ‘Ballad of a Thin Man’ que sentencia cualquier declaración de intenciones. El futuro y lo que dure la ‘gira interminable’ de Bob Dylan es una incertidumbre. Pero no lo es su estado físico musical ni tampoco su incorruptible actitud de un hombre que enseñó ser libre dentro del rock y no morir en el intento. A la salida del recinto, el público volvió a encontrarse con los tres o cuatro músicos callejeros que no pararon de interpretar el repertorio de Dylan ejecutándolo, por supuesto, de manera más fiel al original que el propio Dylan del 2018.
Tras su concierto del sábado en Salamanca, el paso de Dylan por nuestro país continuará por marcos escénicos si cabe aún más recomendables para disfrutar del directo de una estrella que es genial por música y por letra. Desde el lunes hasta el miércoles actuará en el Auditorio Nacional de Madrid. El viernes 30 y sábado 31 culminará su gira española en el Grand Teatre del Liceu de Barcelona. Su gira interminable continuará por Europa a través de Roma. Su actuación en Salamanca ha sido la primera en España desde que le concedieran el premio Nobel… una actuación la del sábado celebrada por público de toda España y también de distintas partes de Europa a decir por el testigo de una buena presencia de público británico y francés.
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