Cupeiro hace sonar la Edad del Hierro en Valladolid

Cupeiro es un trompetista que compatibilizó siempre la música popular, su banda de vientos, con la culta, el mundo del conservatorio. «Me interesé por los sonidos antiguos y sobre el escenario me di cuenta que conectaban con el presente porque muchos parecían futuristas, no estamos acostumbrados a ellos», explica el músico que define los vientos como «la sección más orgánica, depende de la respiración, la más ligada a la vida». A partir de entonces la investigación y la construcción de instrumentos dirigieron los proyectos de Cupeiro.

«Ya en el trabajo final de la carrera me decanté por construir una trompeta natural, no tenía dinero para comprarla. Me interesa la pericia para construir, si entiendes cómo funciona el discurso sonoro es completo». Cupeiro une todas sus inquietudes «historia, geografía, biología» a través de la música. 'Pangea' nació a raíz de una petición de una banda y el día del estreno dos sinfónicas le pidieron un arreglo para orquesta.

«Toda la música es mía menos la de Bulgaria, de María Ruiz, y la de China. Al final somos músicos y si tienes una orquesta hay que sacar todo el jugo. No puedes llevar un Ferrari a 30km/h». Así que la aventura por esa tierra unida en origen en una única placa comienza en Oceanía, con los sonidos de una caracola. «Basta con romper un extremo y rascarlo con el suelo, a modo de lija, como hacíamos de pequeños», dice Abraham antes de acercársela a los labios y modular el aire con sus manos transformándolo en distintas notas. Flautas, gaitas, cañas, cuernos, así hasta 29 instrumentos en la mesa que ocupa el lugar del solista.

Sobre todos ellos destacan dos por su longitud. «El carnyx y el dord, instrumentos de la Edad de Hierro y de Bronce. El carnyx se usaba para entrar en la batalla, por eso es tan alto para que la onda no fuera interrumpida y el sonido se proyectara lejos. También se usaba en ceremonias. Parece que lo que no está escrito no existe, pero es que apenas tenemos un 3% de nuestro pasado en documentos». Las imágenes en orfebrería hablan de esta trompeta tan espigada. «En el escenario sobrepasa los tres metros». Es ligero, de latón, fabricado por él mismo. «Me han encargado alguno pero no puedo asumir el compromiso porque hago 90 conciertos al año, paso 240 días fuera de casa».

De Armenia a Níger

En sus viajes va sumando instrumentos y maneras de tocarlos. «Esto es un ney, los egipcios lo tocan como nuestra flauta y los persas, con un diente». Al lado, un duduk, «instrumento armenio tan sencillo y protegido por la Unesco como patrimonio de la humanidad». Su sonido es la razón del reconocimiento. Un trozo de cuerno con cuatro agujeros en sus manos resulta una máquina melodiosa y el cuerno grande, es el de liturgia, un shofar. «Por una mala traducción se dice en la Biblia que las murallas de Jericó fueron derribadas por trompetas que no eran tales sino estos shofar».

Una caña del Níger, una pluma convertida en flauta y otra caña de la Amanonia le han enseñado a cambiar boquilla por cánula. De China toca el hulusi, «antecedente del acordeón y el órgano. Con él se podía tocar la polifonía de Bach miles de años antes de que la compusiera». De antecedentes que se hacen presentes habla 'Pangea'. «Suenan los tatarabuelos de los instrumentos hoy utilizados en una orquesta sinfónica», cuenta el mago Cupeiro.