Cupeiro, el arqueólogo del sonido prehistórico, en el Zorrilla y en 'Gladiator'

Le gusta la música casi tanto como contar. «Me viene de pequeño, de las comidas y el calor alrededor de la lumbre, de las noches largas y frías de invierno en familia y con los vecinos, en las que se contaban historias. Siempre me fascinó. La música es muy poliédrica, construimos instrumentos en directo y la gente quiere saber qué hay detrás de ese objeto inerte que al tocar cobra vida. La palabra ayuda a abrir la puerta hacia el pasado y sonido de transporta», cuenta.

Cañas, gaitas, cuernos, flautas, se suceden en su narración aunque es una espectacular trompeta con campana en forma de cabeza de dragón la que reina sobre todos ellos en cuanto la toca. Quizá fuera esa imagen la que llamó la atención del mundo del cine, lo que le ha llevado a colaborar en la banda sonora de 'Gladiator II', la película de Ridley Scott que se estrena este viernes. «Toco estos instrumentos tan curiosos y evocadores, que no son míos sino de la humanidad, y siempre pensé que en una película de época estarían bien, por su sonoridad, por su estética, tan desconocidos que no están quemados, tan novedosos que imagen que algún día tendrían cabida», dice. «Pero estar en una palestra como 'Gladiator II' ha sido una suerte porque la verán millones de personas». Tiene invitación para el estreno, pero «ese día toco en Burgos», la gira lo primero. Y a este gallego de vivir pausado le gusta recorrer la meseta. «Soy un enamorado de Castilla, cuando voy en coche y veo esas praderas verdes, como el mar interior, el horizonte es maravilloso y la gente me trata con cariño excepcional».

Cupeiro ha lanzado este año su tercer disco, 'Mythos', grabado en los estudios de Abbey Road con la Royal Philarmonic Orchestra de Londres. «Los mitos no dejan de ser narraciones que inventamos para dar sentido a lo que no comprendemos. Hay instrumentos como el aulós (flauta dulce doble) griego, el más iconografiado de la cultura clásica, que nos inunda hoy. Lo he rescatado y me propuse el reto de meterlo con la orquesta porque con un ensemble no conseguía plasmar su virtuosismo. He ido fabricando y probando», narra. Hizo algunos en madera, «como el que está en el Louvre» y también de metal, «como el que apareció en las ruinas Pompeya. También tenemos tradición ibérica, se encontró un aulós en Osuna y otro en Alcalá de Henares». Le buscan los conservadores e investigadores, «hay gente que intenta sacar a la luz nuestro pasado. Son cosas olvidada pero no por ello dejan de tener cabida en el discurso musical del siglo XXI. Un objeto musical es como una vía de tren, solo necesitas los pulmones para hacer el viaje del pasado hasta hoy».

Algunos de esos instrumentos necesitan ampliación, otros no. «El cuerno romano de Pompeya del que reconstruí cinco ejemplares pasa por encima de la orquesta.Hay que recordar que el nombre de orquesta viene del mundo griego, era el sitio del anfiteatro donde se ponían los músicos. Así que de alguna manera se cierra el círculo, toda la música está unida antes del XVII, el periodo clásico, con la antigüedad y hasta hoy. Esta cultura viene de hace mucho y la música nos ayuda a trasladarnos en el tiempo».